[Grande versos] La obra de Cristo dentro de tiMuestra

Una vida que glorifica a Dios

Nuestro único alarde es en la cruz de Cristo. No en nuestra bondad, devoción, esfuerzos, determinación, méritos, inteligencia, conocimiento bíblico, obediencia, ni nada. Porque en esa cruz, nuestra deuda fue pagada, nuestros pecados fueron expiados y nuestra salvación fue ganada.

Cada una de las bendiciones espirituales en nuestras vidas fue posible porque Cristo, nuestro Señor, murió en una cruz y cargó con nuestro pecado. Por supuesto que nos jactamos sólo en la cruz.

John Piper, en su libro Don’t Waste Your Life (No desperficies tu vida), apasionadamente declara acerca de la cruz:

Cristo es la gloria de Dios. Su cruz empapada de sangre es el centro ardiente de esa gloria. Con ella compró para nosotros toda bendición, temporal y eterna. Y no merecemos ninguna. Él compró todas las bendiciones. Debido a la cruz de Cristo, los elegidos de Dios están destinados a ser hijos de Dios.

Debido a su cruz, toda la culpa es eliminada, nuestros pecados son perdonados, la justicia perfecta nos es imputada, el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu y estamos siendo conformados a la imagen de Cristo.

Por lo tanto, todo deleite en esta vida y en la próxima, que no sea idolatría, es un tributo al valor infinito de la cruz de Cristo, el centro ardiente de la gloria de Dios. Y así, una vida centrada en la cruz, exaltada por la cruz, saturada por la cruz, es una vida que glorifica a Dios, la única vida que glorifica a Dios. Todas las demás son un desperdicio.