Sanando Para SanarMuestra
Día 2
Edúcate para amar
Sufrir de depresión es algo que no le deseo a nadie… ¡A NADIE! La depresión no solo le pone pausa a tus sueños y metas, sino que también apaga tu vida de una manera increíble. Mi casa se había convertido en una extensión de la cárcel que había en mi mente. Sí, mi mente era una cárcel. Allí vivía encerrada, llena de imposibilidades, prejuicios y limitaciones. Hubo días más difíciles que otros. Muchas veces me cuestionaba como madre, me preguntaba por qué Dios me había permitido serlo. A mí, una mujer como yo, alguien que no había planificado tener hijos aún, porque deseaba más tener una vida profesional, que ser madre. Alguien que cuestionaba cada mañana su vida, que cuestionaba la voluntad de Dios y que había perdido su fe.
Cuando reconocí mis comportamientos, instantáneamente pensé: "¿Cómo a mí? Si yo soy cristiana, con una carrera en psicología. ¿Por qué a mí? Si no tengo porqué sentirme triste. Tengo un esposo que me ama, un hijo en perfecta salud, perfecto en todos los sentidos. Tengo una familia que, seguramente, si les hablo vendrían en mi auxilio. Tengo amigas que podrían ayudarme. Tengo un ministerio, dado por Dios, con los jóvenes de la iglesia…¿Por qué a mí?".
Pero, en realidad, yo no había hecho nada para que eso estuviera sucediendo; al contrario, tenía expectativas diferentes a la realidad que estaba viviendo. Eso sumado al resultado que dejó en mí, el hecho de que el sistema hubiera saboteado mi proceso de apego y lactancia.
Tenía que reestructurar mi mente. Desaprender y aprender sobre la maternidad y el balance entre ser mujer y esposa. En mí, como dije antes, no había ese anhelo de tener hijos, presente en otras mujeres, así que Dios debía enseñarme a desear ser madre y a amar la maternidad. Ahí comenzó mi travesía con la tristeza persistente, los llantos y la frustración.
Estos pensamientos, tan negativos para mí, claramente no salían de mi corazón, sino de lo que mi estado de ánimo deprimido me hacía ver, porque cuando estamos deprimidas, no vemos las cosas como son. En esos momentos, desviamos nuestros pensamientos y mirada hacia lo negativo, no encontramos la felicidad con facilidad y la ansiedad no se hace esperar.
Pensar que, cuando nos embarazamos, llega también todo lo que necesitamos es un error. Porque ser madre no solo se trata de tener una criatura en el vientre. Requiere educación, preparación y el entendimiento de que la maternidad es un continuo aprendizaje, al que se llega como una página en blanco, en la que se va escribiendo a diario. No lleves tu maternidad de manera solitaria. Al contrario, que sea un proceso con acompañamiento y rodeado de amor y apoyo. Así como Noemí acompañó a Rut, no solo en su parto, sino en la crianza de el nuevo ser humano que llegaba a este mundo. No importa en qué etapa de la maternidad te encuentres, ora al Señor por personas que te acompañen.
Escrituras
Acerca de este Plan
Un plan de lectura para las nuevas madres, aquellas que han perdido su identidad pensando que su único rol es el de maternal. Encuentra el acompañamiento que necesitas en Dios. Dios puede cambiar tu presente y tu futuro.¿Puede una mujer cristiana padecer de un desorden mental como la depresión? Sí. ¿Puede Dios y los que están a tu alrededor ayudarte? Sí. Decide hoy sanar para ti y para los tuyos.
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Nos gustaría agradecer a Neidynathalie Rivera Báez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.soyunamujercomotu.net