Declaramos  que  “todo está bien” en los tiempos difíciles porque habitamos al abrigo del Altísimo. 

He de declarar que “todo está bien” significa que nos sentimos confiados en que Dios tiene el control y no nos defraudará. Al decir esta frase, arraigamos en nuestra mente que no estamos destinados a vivir perpetuamente esta temporada, pues todo en esta vida pasará, pero las palabras de Jesús nunca pasarán. Y, sin embargo, pronunciar esta frase puede resultar ser un reto cuando afrontamos pérdidas sumamente dolorosas como un divorcio, el fallecimiento de un ser amado o inestabilidad financiera, ante lo cual la biblia ya nos tiene una promesa que nos refresca como agua a las bocas secas que es que todas las mañanas sus misericordias se renuevan para con nosotros. 

Afirmar que “todo está bien” hace que por medio de la fe salgamos del desierto a la tierra prometida y creer que de la enfermedad creas que viene la salud. 

Romanos 10:10 nos enseña “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” . Confesar es en realidad declarar, y ahí reside el gran poder de nuestra boca de desatar la vida y la bendición para nosotros mismos.

Lo anterior es explicado de forma más didáctica en Mateo 21:19:21 , donde se narra que Jesús un día tuvo hambre y buscó fruto en una higuera para comer, más al remover  entre sus ramas y percatarse que la higuera no producía higos declaró “nunca jamás nazca de ti fruto” ; y ante esto sus discípulos se miraron maravillados y se preguntaban cómo había logrado su maestro realizar tal hazaña natural , y él les dijo “ de cierto os digo, que si tuvieres fe y no dudareis, no solamente haréis esto de la higuera, si no que ha este monte dijereis: quítate y échate en el mar será hecho”. Así como con la boca por medio de la fe podemos secar higueras, también podemos alimentar o matar nuestro espíritu con bendición o maldición. 

Oración :

Padre nuestro, te rogamos que en los tiempos de prueba pongas tu espíritu sobre nosotros, para andar en paciencia, fe y prudencia. Danos un espíritu con esperanza. Haznos árboles plantados a lado de los ríos de tu espíritu, que en su justo tiempo dan buen fruto y su alimento son las aguas de gloria. Amén.