CuarentenaMuestra

Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. (Jonás 3:4)

Tan grande es el amor de Dios por las personas que solo bastaron unos cuantos pasos de Jonás y unas palabras con algo de desgano para que volvieran su corazón a Dios.

Esta historia nos demuestra una vez más que no hay intermediario ni sus emociones que puedan separarnos de su amor.

Nínive era conocida como “la ciudad de los ladrones”, porque sus moradores invadían y despojaban a otras regiones para enriquecerse.

Jonás no odiaba a Nínive sino que conocía como Dios obraba.

“Sabía que yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte…”

Dios no estaba encaprichado en enviar a Jonás a predicar. Más bien estaba dispuesto a mostrar misericordia y amor a un pueblo descarriado y malvado.

La esencia de Dios es el amor. Ese amor por aquel que se equivoca no respeta límites humanos y traspasa todo plan personal.