Dios en El Tiempo De Los ReyesMuestra

Escucha a Dios en el susurro suave y apacible 

Tras la titánica batalla en el Monte Carmelo, cuando Dios envió fuego sobre el sacrificio para demostrar que sólo él es Dios, Elías pasa de estar en su mejor momento a sentirse de lo peor. Desanimado por la oposición de Jezabel y temiendo por su vida, huye al desierto. Viaja durante cuarenta días a Horeb, también conocido como Sinaí, el monte de Dios.

Dios se encuentra allí con Elías. Dios envía un viento feroz, pero él no está en el viento. Dios envía un terremoto, pero él no está en el terremoto. Dios envía fuego, pero él no está en el fuego. Finalmente, Dios le habla a Elías con un susurro. Ciertamente, Dios podría haberle hablado en el poderoso viento, en el temible terremoto o en el fuego consumidor. Pero eligió hablarle con un susurro. Un susurro suave y apacible.

Es difícil escuchar un susurro, sobre todo si estás hablando, ocupado o con prisas. Es difícil escuchar un susurro si te pasas el día entero sin silencio en tu vida, si siempre hay una radio, una televisión, un CD o una persona a tu lado.

La soledad. El silencio. La quietud. El quedarse callados. En Occidente no somos tan buenos en esto. No tendemos a valorarlos tanto. Somos personas activas, que se esfuerzan y se mueven. Vivimos inmersos en una atmósfera de ruido, música y conversación. Pero el susurro es Dios hablando a nuestros corazones y dándonos consejo, guía y seguridad. Algunos de nosotros, entre los que me incluyo, no somos tan buenos para escuchar a Dios. Pensamos que la oración consiste en hablar con Dios, pero hablar con Dios es sólo una parte de la oración. También hay un tiempo para estar callado y quieto ante Dios, y escuchar el susurro.