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Reflexionar sobre nuestro Episkopos

En el Nuevo Testamento, la palabra griega para «obispo» es el término episkopos. La palabra episkopos tiene una historia rica y fascinante. Está compuesta por el prefijo epi y la raíz scopus. De esta raíz surge el elemento compositivo «-scopio», que significa «instrumento para ver o examinar». Tenemos microscopios para ver cosas pequeñas y telescopios para ver cosas lejanas. El prefijo epi sirve simplemente para intensificar una raíz. Por ejemplo, existe el conocimiento (gnosis) y el conocimiento profundo (epignosis). Existe el deseo (thumia) y el deseo apasionado o lujuria (epithumia).

Vemos entonces que un episkopos es una persona que observa algo intensamente. En el mundo griego antiguo, un episkopos podía ser un general militar que visitaba periódicamente varias unidades del ejército para hacerlas pasar por una inspección. Si las tropas estaban alertas y listas para la batalla, entonces recibían el elogio del episkopos. Si las tropas se mostraban descuidadas y poco preparadas, recibían una reprensión severa del episkopos.

Un uso extraño de la palabra se encuentra en la forma verbal del griego episkopos. La forma verbal significa «visitar». Sin embargo, el tipo de visita que se contempla no es una aparición casual, sino una visita que implica un escrutinio cuidadoso de la situación. Este tipo de visita la hace alguien que ejerce un cuidado profundo de la persona visitada. Los obispos son supervisores del rebaño de Dios. Están llamados a visitar a los enfermos, los encarcelados, los hambrientos y así sucesivamente. Se les encomienda el cuidado del pueblo de Dios.

En la Biblia, el Obispo supremo es Dios mismo. Dios tiene a todos los hombres bajo Su escrutinio constante. Sus ojos nos escudriñan intensamente a cada uno de nosotros. Él cuenta los cabellos de nuestras cabezas y está al tanto de cada palabra ociosa que sale de nuestros labios.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios

Reflexiona sobre el cuidado de Dios por ti como tu Obispo supremo.