Dios Sigue HablandoMuestra
La gente habla de cambios, adaptación a los nuevos tiempos, aceptar las nuevas modalidades; pero mucho de esto aún quiere ser alcanzado con los métodos antiguos y esperando resultados que NO se adaptan a objetivos reales.
Seguimos exigiendo carreras universitarias a estudiantes que son geniales en ramas educativas que pueden perfeccionarse fuera de la Universidad;
Las instituciones del estado que otorgan becas de estudios, tienen como requisito un A+ en Naturales, a un apasionado de la música, que, si consiguiera buenas oportunidades, podría llegar a ser un Frédéric Chopin...
Necesitamos profesionales apasionados, doctores y maestros por vocación y no por asumir que tendrán mejor estatus financiero en la sociedad.
El amor a las cosas del mundo desvirtúa nuestra ambición a ser "mejores profesionales" y nos invita a ser "los" mejores. (el artículo marca una diferencia). Y eso solo con los estudios.
El autor de esta carta, habla a los padres, jóvenes y niños; y poner esos destinatarios en el contexto de hoy, me da mucho sentido y analizar qué amor estoy dejando en el corazón de mis hijas.
¿Amor por ser chicas con buena posición económica y lujos o Amor por lo que saben hacer? Y es casi seguro que este último amor te llevará a vivir mejor y a dormir tranquilo.
La ambición no es mala, ser un ambicioso desmedido nos saca del norte.
Hay una realidad, vivir bien no es malo, no piense que ser creyente debe ir obligatoriamente ligado a precariedades; pero si es tu vista a las bonituras del mundo la que te impulsa a conseguir mejores cosas; es posible que no midas lo que haces para lograrlo.
Y este tipo de motivación a ser mejor para tú vivir una vida mejor no es la que sostiene tu paz; sino la de ser mejor para que también los demás tengan lo que necesitan.
Que las cosas del mundo son del mundo, y se acaban con tu funeral; las de Dios tienen otro diseño, para la eternidad.
Escrituras
Acerca de este Plan
Tengo días de sequía, en los que llego a pensar que no logro "escuchar" a Dios; esos días el lápiz hace un silencio incómodo "para mí", sin embargo, cuando me siento a releer en calma lo que Dios me ha dicho antes en la Biblia, entiendo que Dios sigue hablando y no deja de hacerlo, es que yo me creo que siempre lo hará con mis palabras.
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