Latidos – Cuidando Nuestro CorazónMuestra

Diferentes voces. 

En el anterior devocional, pudimos identificar 2 de las voces que más espacio logran hacer en nuestro corazón y tienen el peso de condicionar nuestro futuro. La voz de la tradición y la voz del enemigo son voces conocidas por cada uno de nosotros, pareciera ser que hemos aprendido a conocer su tono y su melodía, sin embargo, estas voces que intentan impactar nuestro corazón no son las únicas. 

En este devocional conoceremos 2 voces más, que estratégicamente intentan llenar nuestro corazón. Estamos hablando de la voz de nuestros errores pasados y la voz de la gente. 

Comencemos por la primera. La voz de nuestros errores pasados se caracteriza por bloquear nuevas oportunidades y comienzos saludables en nuestras vidas. Tiene un sonido de culpa y es experta en traer a memoria los fracasos pasados. Como un hábil conductor nos guía a la derrota y nos cubre de vergüenza. Limita nuestras posibilidades y nos recuerda “vas a volver a caer, nunca serás  una persona constante”. Me pregunto cuantas veces hemos permitido que esa voz defina lo que somos. 

También está la voz de la gente.  Esta voz está contextualizada con tus acciones presentes. Entonces varía de acuerdo a las diferentes temporadas de tu vida. Si lo que haces hoy, para ellos está bien serás adulado y puesto como ejemplo. Pero, si haces algo que ellos consideran incorrecto, de adulado pasarás a ser criticado, en algunos casos hasta destruido. Por esta razón, se vuelve indispensable construir nuestras vidas sobre un cimiento sólido. Hemos visto que las diferentes voces que intentan hacer lugar en nuestro corazón, son voces inestables, y no podemos permitir que nuestro corazón, sea edificado en aquello que es inestable. Necesitamos la voz de Dios, necesitamos su Palabra, su dirección. 

En el siguiente devocional, estaremos hablando de la voz que define nuestra vida. 

Antes de terminar, acompáñame a orar.

Dios necesito tu voz, necesito tu presencia. Hoy entiendo que no puedo sostener mi vida sobre bases inestables, y necesito tus palabras que me dan vida y me sostienen en todo tiempo, háblame Dios. Amén.