Dios Es Tu Defensor: 5 Días De Plan DevocionalMuestra
Las arenas movedizas de la autodestrucción
«Pero él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2.ª de Corintios 12:9-10 NVI).
No pasó mucho tiempo desde mi infancia cuando tropecé por primera vez con mi propia arena movediza. Después de sufrir abusos sexuales a partir de los ocho años, me llené de resentimiento y odio. No tenía a nadie con quien hablar de lo que me había sucedido. Me guardé el resentimiento en el fondo de mí misma, almacenándolo, y ese resentimiento, ese enojo y esa ira empezaron a crecer. Respondí llevando ropa holgada y ganando peso. A los doce años esto parecía la respuesta. Podía vengarme de mi maltratador convirtiéndome en alguien que parecía disgustarle. Pero también era autodestructivo, ya que me volví adicta a la comida.
Ya me sentía indigna y sucia por los abusos que había sufrido. Ahora despreciaba mi aspecto y mi falta de control a la hora de comer. Y lo que es más importante, estaba dañando mi salud. Decidí perder peso de forma drástica. Con el aumento de peso, intentaba vengarme de mi maltratador, quería que se preguntara por qué se había fijado en mí. Con la pérdida de peso, intentaba vengarme de él de nuevo, para demostrar que un buen hombre, los hombres en general, querrían lo que él había tratado de arruinar. Pero me estaba dañando de forma física, emocional y espiritual.
A los quince años ya tenía mejor aspecto, y entonces volví a ser asaltada en una cita. Después de esa noche, el muchacho me consideró su novia y me cortejó. En ese momento, pensé: ¿Qué importa? Al menos me quiere. Cuando miro atrás y veo la manera que pensaba, me parece increíblemente triste. Con el paso de los años, mi comportamiento arriesgado aumentó. Odiaba lo que hacía. Sin embargo, me sentía impotente para detenerlo. Mis intentos de vengarme de mi agresor original me habían llevado a las arenas movedizas del comportamiento autodestructivo.
La misericordia de Dios es increíble para mí. Es suficiente para cubrir y sanar las cosas que hemos hecho en un esfuerzo por vengarnos de quienes nos han herido. Parte de la forma en que experimentamos la misericordia de Dios es hacer algo que nos resulta difícil: recibirla. Finalmente, empecé a volver a Dios. Poco a poco, empecé a profundizar en su Palabra. Dando pequeños pasos, empecé a orar con más perseverancia y fe. Pude trabajar en ello con un excelente consejero. Fue un proceso, fue duro, y me llevó mucho tiempo llegar a una comprensión más profunda de por qué había actuado de esa manera.
Ahora, siendo adulta, sigo trabajando en ello, detectando cuando tiendo a aislarme y a reducir el riesgo del rechazo. La buena noticia es que podemos mejorar. Podemos identificar las formas en que nuestras heridas y nuestra búsqueda de venganza nos han costado en el pasado, y podemos desafiarnos a seguir adelante. Puedo caminar como una hija de Dios. La gracia de Dios es suficiente para mí y para ti (leer 2.ª de Corintios 12:9). Es suficiente para llevarnos, suficiente para permitirnos vivir mejor. Cuando Dios actúa como nuestro defensor, al final nos resulta para bien. Cuando actuamos como nuestros propios defensores, haciéndolo a nuestra manera, esto puede llevarnos a un daño y una destrucción aún más profunda en nuestras vidas.
Responde
- ¿Cómo has visto que actuar como tu propio defensor, hacerlo a tu manera, te ha llevado a herirte y a autodestruirte? ¿Quién más ha sido herido en el camino?
- ¿Cómo te ayuda la misericordia de Dios a experimentar la sanidad? ¿Qué te dice su misericordia sobre su amor por ti?
- ¿Cómo te ayuda a avanzar hacia la salud emocional, espiritual y física el ver a Dios como tu defensor y a ti mismo como hijo de Dios?
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan de lectura incluye cinco devociones diarias basadas en el libro de Rosie Rivera Dios es tu defensor: Aprende a levantarte cuando la vida te ha noqueado. Este estudio explorará cómo puedes apoyarte en Dios como tu defensor en medio de las heridas de la vida y cuando luchas con los deseos de justicia y venganza.
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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://bit.ly/31QkiSQ