Aplasta El RacismoMuestra
El mandato de amar aplasta el racismo
La sabiduría y la autoridad de Jesús a menudo hacían que la gente le planteara preguntas difíciles: el tipo de preguntas que uno se guarda para sí mismo, con la esperanza de encontrar algún día a alguien que pueda responderlas. A veces, los que le hacían preguntas no tenían buenas intenciones.
En una ocasión, Jesús estaba rodeado por dos grupos de religiosos: Fariseos y Saduceos. Uno de los fariseos, un abogado, después de ver que Jesús había hecho callar a los saduceos con su respuesta, le hizo una pregunta para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas» (Mateo 22:36-40 RVR).
Considera la respuesta de Jesús y piensa en cómo estos dos mandamientos van de la mano. Si amas a Dios, si dices que lo haces y no amas a la gente (a toda la gente) entonces, no estás amando a Dios porque estos mandamientos van juntos, son inseparables. Tú puedes conocer y citar las Escrituras de principio a fin, puedes dar miles de dólares a las misiones y puedes ir a la iglesia más de una vez por semana. Todo eso está bien, pero lo que te hace cristiano y te distingue del resto de personas bien intencionadas es el amor por los demás.
Amar a quienes son similares a nosotros es fácil. No hay diferencias significativas que puedan causar fricciones en nuestra relación. En cambio, amar a los que son notablemente diferentes a nosotros no es fácil. Seguramente necesitamos la ayuda de Dios. Una vez más, el apóstol Pablo nos exhorta a tener otra mentalidad, la que demostró Jesús, «el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando la forma de siervo, naciendo a semejanza de los hombres. Y hallándose en forma humana, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2:8). ¿Estamos dispuestos a amar de la misma manera que Jesús nos amó?
Oración
Jesús, enséñame a amar de la misma manera en que Tú me amaste. Que tu amor en mí traiga sanidad y restauración a los que sufren las consecuencias del racismo. ¡Sólo tu amor aplasta el racismo!
Acerca de este Plan
El mundo no tiene una solución definitiva al racismo, ¡nosotros sí! El evangelio es la única base y fundamento real para acabar con el racismo. Fuera de Cristo, seguimos en nuestro pecado, lo que nos hace levantar barreras. En Cristo, éstas desaparecen y nos reconciliamos los unos con los otros. Descubre cuatro argumentos bíblicos que derriban por completo el racismo en el evangelio de Jesucristo. ¡La diversidad es nuestro destino!
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Nos gustaría agradecer a Jeff Wells por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.jeffhwells.com/