Navegando por el duelo hacia la esperanza y la sanaciónMuestra

Encontrando apoyo en la tristeza

La angustia es una herida, pero no destrozará tu espíritu.

Como cualquier herida, la angustia lleva tiempo en sanar. Al principio es casi imposible escapar del dolor. Es crudo y sensible, pero al pasar el tiempo la herida sana. Cambia la forma y la textura. Recuerdas lo que causó la herida, pero ya no duele como al principio.

Al igual que dos personas con un brazo quebrado sanarán a un paso diferente, el dolor no tiene un un tamaño único. Podemos cuidar del proceso despejando el ruido. Orando. Sabiendo y creyendo que el dolor que estamos sintiendo no destrozará nuestros espíritus, tal y como Dios lo promete en Su Palabra. Yo definitivamente he encontrado consuelo en este tipo de promesas en la Biblia. De hecho, los dos pasajes de las Escrituras del devocional de hoy están prácticamente borrosos en mi Biblia de tanto leerlos una y otra vez.

Cuando perdí a mi esposo tuve la bendición de tener un maravilloso sistema de apoyo. Una amiga muy querida llegó a mi casa y se quedó conmigo. Ella no preguntó, simplemente lo hizo. Tampoco se impuso, ni presionó, sino que simplemente estaba allí para mí. Su esposo fue lo suficientemente amable de permitir que se quedara conmigo por casi dos meses. Fue difícil verla partir, pero eso me dio algún tiempo antes de que yo tuviera que enfrentar las cosas sola. Estaba escuchando seriamente la voz de Dios, pero no fue hasta que ella me dejó que realmente lo escuché y actué conforme a lo que Él me decía. En el devocional de mañana compartiré más acerca de estas acciones, pero antes de hacerlo quisiera realmente pulir esas emociones y experiencias tempranas que parecieran destrozarte primero.

En mi experiencia, el dolor fue más difícil al segundo año. Para entonces otras personas habían dejado ya la pérdida atrás, pero yo estaba experimentando las primeras y extrañando a mi esposo más que nunca. No esperaba eso. Nadie me advirtió que el segundo año sería tan díficil, y realmente me sacó de balance. Lloré más y la pérdida me golpeaba en los momentos más inesperados.

Desde entonces mi vida ha dado muchas vueltas. Los caminos inesperados trajeron nuevas alegrías, y aunque siempre extrañaré a mi esposo, tengo una felicidad diferente ahora que es simplemente especial. Mi caminar con Dios se ha vuelto más fuerte, y solo por esa recompensa no puedo negar que hubo bendiciones en ese trayecto.

Padre Celestial, gracias por estar siempre con nosotros y guiarnos a través del valle de sombras. Para aquellos que están caminando por su propio camino de pérdida y dolor, te pido que te muestres claramente para que sepan que no están solos. Fortalécelos y ayúdalos a ser fuertes cuando enfrenten lo aparentemente duro o imposible. Y ayúdales a confiar en Ti y acoger las nuevas experiencias que has preparado para ellos con anticipación. Amén.