¡Ten Ánimo!Muestra

Con sus fuerzas

“Bienaventurado el varón que tiene en ti sus fuerzas”  Sal 84:5

Todos necesitamos las fuerzas del Señor y todos los que somos creyentes tenemos la bienaventuranza de tener nuestras fuerzas en Él. Esta es una verdad que no puede ser negada. ¿Qué ocurre entonces cuando nos sentimos desmayar, cuando apenas tenemos ánimo para continuar haciendo frente a nuestras luchas y circunstancias?

Pienso que todos hemos experimentado esa sensación de debilidad que nos recuerda que somos humanos, porque como dijo Ana, la madre de Samuel el profeta, “Nadie será fuerte por su propia fuerza.” (1 Sam. 2:9) Lo bueno es que esa verdad va acompañada de otra verdad mucho más grande y maravillosa, “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Is. 40:28-29   

El fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza, es un consejo sabio de la Palabra para todos los creyentes. Pero ¿cómo me fortalezco en el Señor, de qué manera adquiero fuerzas divinas? Bueno, lo primero que tenemos que saber es que Él es la fuente de poder de donde recibo poder para mi vida.

Si Dios está en mí, entonces participo de sus fuerzas. Por la fe, recibo una fortaleza divina que funciona en todas mis circunstancias. La Palabra me enseña y me recuerda que Él es mi fortaleza y que puedo contar con sus fuerzas.  

Cuando la Biblia dice que Dios es el que nos ciñe de fuerza,  está usando una figura poética para describir como Dios nos rodea con su poder. Saber que en medio de nuestra debilidad podemos sentirnos fuertes, pero no sólo sentirlo sino serlo, es de gran alivio. Esa maravillosa verdad nos da paz y no deja espacio para vanagloriarnos de nosotros mismos. Al contrario, le glorificamos a Él porque es el Todopoderoso y somos más que bienaventurados de contar con sus benditas fuerzas.  

Acércate al Señor en humildad, cuéntale cómo te sientes y pídele que su Espíritu Santo te vivifique, te fortalezca y te infunda su aliento. Ve a su Palabra, alimenta tu alma y paséate por sus promesas, es un buen lugar para reanimarnos, tomar de su agua y seguir caminando.