En El PrincipioMuestra

Semana 3 - Día 5

Lectura: Génesis 4:1–16; Salmos 51:17; Oseas 6:6

DEVOCIONAL:  Oseas 6:6

"Porque me deleito más en la lealtad que en el sacrificio, Y en el conocimiento de Dios que en los holocaustos."

Caín trajo un sacrificio a Dios de sus cosechas. Abel, para agradar a Dios, trajo un sacrificio de lo mejor de su rebaño. Si bien no estamos seguros de la motivación exacta de Caín para su sacrificio, está claro que sea lo que sea, no agradó a Dios. Dios miró con agrado el sacrificio de Abel pero no así el de Caín.

Dios le advirtió a Caín que revisara su corazón y sus motivos, porque si continuaba sin hacer lo correcto, el pecado lo dominaría. Caín decidió ceder a su pecado. En lugar de seguir la advertencia de Dios, salió y asesinó a su hermano. 

El deseo de Dios no era que Caín trajera exactamente el mismo sacrificio que había traído Abel. A pesar de que Dios (hasta donde sabemos) todavía no había detallado las estipulaciones y requisitos para los sacrificios, como lo hizo en Levítico para los israelitas, deseaba que los corazones de Su pueblo se volvieran hacia Él en adoración.

Cuando nos presentamos ante Dios en adoración, Él no nos critica por los detalles exactos de lo que le presentamos. En cambio, desea que seamos fieles a Él, humildes y arrepentidas ante Él. Dios desea nuestros corazones, no solo nuestras acciones. Nuestras vidas deben ser un sacrificio para Él. Cuando nuestro corazón esté bien con Dios, haremos todo lo posible para complacerlo ofreciendo lo mejor de nosotras. Dios busca un ritual. Él quiere que nuestros corazones lo anhelen, que se humillen ante Él todos los días y que Le admiren por todo lo que nos ha dado. 

Oración

Padre Dios, guarda mi vida. Ayúdame a vivir mi vida como un sacrificio vivo a Ti, haciendo todo lo posible para complacerte y traerte lo que te agrada. Anhelo traer una ofrenda como Abel. Ayúdame a estar alerta al pecado que se agazapa tras mi puerta, y a mantenerme en actitud de humildad y arrepentimiento hacia Ti. Amén.