Día Tres: Debates y Discursos

Escrito por Danny Saavedra 

“Y desde entonces nadie se atrevió a hacerle más preguntas.” – Marcos 12:34 (NVI)

Casi inmediatamente después de Su entrada triunfal, el tono de las interacciones de Jesús con el pueblo empezó a cambiar a debates, retos, tretas, e insinuaciones. Después del incidente en el templo, vemos que el esfuerzo por desacreditar a Jesús empieza a aumentar. Seguidamente a esto, Marcos 11:18 (NVI) dice: “Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo oyeron y comenzaron a buscar la manera de matarlo”. 

Al día siguiente llegaron al templo y mientras él interactuaba y compartía la verdad con la gente, “…vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,...” (Marcos 11:27) y procedieron a cuestionar su autoridad e intentaron hacerlo caer con preguntas acerca de los impuestos, la resurrección y del gran mandamiento, pero en todo momento Jesús los rebate.

Él se enfrentó a cada pregunta con desafío, con autoridad, sabiduría, enseñanzas poderosas, advertencias y verdades que cambiaron la comprensión que ellos tenían de Dios, de Su reino y de sus vidas equívocas. Y a cualquiera que tuviera oídos para oír se le hizo evidente la verdadera clase de estos hombres y aunque Marcos no nos dice que muchos de los fariseos se impresionaban con las enseñanzas de Jesús, probablemente muchos de ellos creyeron en él.

Eventualmente los líderes religiosos se dieron cuenta del terreno desigual en que se encontraban y temieron que la gente se volviera contra ellos, así: “…desde es día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.” (Mateo 22:46 NVI). En cambio, dirigieron su atención a medios más siniestros para tratar de sofocar este movimiento: “Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los ancianos . . . buscaban cómo arrestar a Jesús para matarlo” (Mateo 26:3–4 NVI).

¿Qué hacía que Jesús fuera una amenaza entonces? ¿Por qué los políticos (fariseos y herodianos), sacerdotes, aristócratas (saduceos), abogados y escribas de la ley estaban en desacuerdo con las enseñanzas de Jesús? ¡Por la misma razón que la gente hoy en día rechaza a Jesús! ¿Sabías que muchas de las enseñanzas de Jesús 

– y el evangelio mismo – cambian lo que pensamos, percibimos, comprendemos y experimentamos en este mundo?

Jesús enseña que el más pequeño, será el mayor en el reino de Dios. El mayor entre nosotros es el que sirve a otros; la pequeña ofrenda de la viuda es una mayor ofrenda a Dios que muchas riquezas, los humildes heredarán la tierra, el mayor sacrificio dado a Dios es la misericordia, el camino al reino no se obtiene con perfección sino con arrepentimiento y al recibir la gracia de Dios a través de la fe.

Nuestras vidas no son nuestras, nuestro propósito no está en nosotros y este mundo no es nuestro… ¡todo pertenece a Jesús! No podemos ganar la salvación por nosotros mismos, no podemos ganarnos el favor de Dios por nuestras acciones, no podemos encontrar nuestra verdad en nosotros mismos, no podemos alcanzar una mejor vida y no podemos vivir nuestra propia verdad y encontrar paz.

¡Fuimos creados para exaltar a Dios y para disfrutar en Su presencia! Fuimos hechos por Él y para Él, a Su imagen y por Su amor. Fuimos creados para glorificar a Dios y para vivir en una relación con Él. Pero nosotros, pecadores, estamos separados de Él. No podemos salvarnos a nosotros mismos - necesitamos ser rescatados y redimidos y solo Él puede hacerlo. Y esto, se opone a nuestra naturaleza pecadora, nos libra de ser maestros de nuestro propio destino y nos hace enfrentar nuestro pecado y nuestra impotencia.

Así, hoy, Yo los aliento a examinar sus vidas y a preguntarse, “¿Quién ocupa el centro de mi vida?”, ¿“Eres tú o es Jesús?” Si es Jesús, lo que tú digas, pienses y hagas estará alineado con Sus enseñanzas y con todo el mensaje de las Escrituras. Tú vida imitará y reflejará la Suya. Si eres tú el centro de tu propia vida, esta reflejará la de muchos otros. 

Estará definida por las prioridades mundanas que el mundo encuentra importante y así desafiará o buscará justificar o cambiar la verdad de las Escrituras para acomodarlas a tu propio estilo de vida. ¡Donde quiera que te encuentres, ora que cada día puedas parecerte menos al mundo y más a Jesús así como rindes tu vida, corazón, voluntad y todo lo demás a Él!