¿A Quién Le Vas a Creer? Muestra

La revelación de quién eres determinará tus convicciones para conquistar

¿Alguna vez te has comparado con alguien? ¿Alguna vez has pensado que alguien es más o menos que tú? 

Todos hemos caído en el juego de la comparación en algún momento de nuestra vida. Y es exactamente eso lo que sucedía con los Israelitas en el pasaje de hoy: “Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros”.

Cuando entras en el juego de la comparación te ves de la manera incorrecta. Los Israelitas se vieron como langostas y no creyeron que podían conquistar y heredar lo que Dios les había prometido. 

Si escuchas las voces incorrectas y enfocas tu mirada en lo que señalan, terminarás viéndote de la manera equivocada.

Mientras Jesús estaba en el desierto, en sus cuarenta días de prueba, el enemigo le dijo tres veces “si eres el hijo de Dios…”. La identidad de Jesús, la revelación de quién es fue puesta a prueba en ese momento, pero él respondió todas las veces con certeza, porque la prueba no pudo sacudir su identidad. 

Muchas veces, al sentirnos solos o aislados, el enemigo empieza a cuestionar nuestra identidad y nuestro valor. Terminamos subestimándonos, sentimos que no vamos a poder aguantar un día más. Porque él es experto en sembrar mentira y negatividad. Pero cuando tenemos certeza de quiénes somos en Cristo Jesús, recibimos la convicción suficiente para conquistar la tierra. 

No permitas que tu identidad sea sacudida, que las circunstancias que hay a tu alrededor afecten la percepción de quién realmente eres. 

Según la Biblia, eres escogido por Dios, has sido perdonado, eres la cabeza y no la cola, perteneces a una nación santa, eres más que vencedor y fuerte en el Señor. La Palabra nos declara que somos hijos e hijas de Dios.

Si sabes quién eres en él, no hay nada ni nadie que pueda sacudir tu identidad, y tendrás convicciones firmes y fuertes. ¡Eres hijo de Dios, y por eso puedes seguir avanzando y progresando, porque él está contigo!

Oración: Padre, recuérdame quién soy en ti y que tú eres fiel. Te doy gracias porque puedo escuchar esa voz que revela toda verdad para llevarme hacia un futuro glorioso. En el nombre de Jesús. Amén.