Jeremías en 3,2,1… El Plan Perfecto.Muestra

Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3 

Antes de Jesús, Israel vivió unos 400 años de silencio. Entre la espera del salvador y un "no saber si vendría" o quien sabe, es casi seguro que alguno que otro pensara que Dios había "desistido" de su promesa.

El adviento (llegada), nos invita a la espera. No una espera sin esperanza, sino una con expectativa y preparación.

Cuando Elizabet, la prima de María quedó encinta, a Zacarías le fue dado un "ligero" castigo, y fue el no poder contarles a todos de una promesa hecha por el ángel del Señor.

El ángel le dijo a Zacarías: Tu oración ha sido oída y tu mujer dará a Luz. Siendo estos ancianos y estériles, ¿será que Zacarías aprovechó la suerte de entrar al templo para "recordar" su petición a Dios o fue la respuesta a una oración que talvez Zacarías había desestimado por los años?

Para esperar en él y de él Señor, no basta con escuchar que nos digan que lo que estamos viviendo hoy "es voluntad de Dios", se necesita conocer y meditar en su carácter y atributos; y uno de ellos es su misericordia.

Leer un verso que me diga lo mucho que Dios me ama es reconfortante y leer que él "ha prolongado su misericordia" por ese amor, debe llevarme a meditar que su intención jamás será dejarme a mi suerte; aunque yo provoque su silencio oportuno.

La palabra prolongar más que extender, como la conocemos, se refiere a que ha "dibujado" para nosotros un plan que renueva su misericordia cada día.

Israel vivió largo tiempo de silencio, Zacarías tuvo que callar que su hijo sería quien anunciaría al Cristo, y Jesús tuvo que nacer y crecer en medio del mundo que lo esperaba sin revelar hasta tantos años después que moriría por nosotros.

El silencio que vivas hoy, tu espera, que sea con fe de que Dios está trazando algo para liberarte. y dirás como Elizabet: "Esto es obra del Señor..." (Lucas 1:25).