Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra

En la lectura de hoy, vamos conociendo a Saúl un poco más. Recuerda que le hicieron rey pero no lo conocían en realidad. Saúl se muestra impaciente. Cuando ve al ejército de los filisteos preparándose para la batalla y los soldados de Saúl comenzaron a desertar, decidió hacer algo que no le correspondía: presentar ofrendas y holocaustos a Dios.

Esta tarea le correspondía a Samuel y le había pedido que lo esperara. Saúl además de impaciente fue rebelde. Cuando Samuel ve lo que Saúl había hecho, le hace ver que por esta razón se le quitará el reino. El reino no se lo ganó, que triste es perder algo que se te fue dado por gracia, sólo por ser impaciente y rebelde.

Mientras que Saúl no obedece, vemos a su hijo Jonathan lleno de fe. Se acerca al campamento enemigo junto con su paje de armas, su escudero, y logra una gran victoria para Israel. En realidad fue Dios quien con confusión, e incluso un terremoto, causó pánico en el campamento filisteo. 

Pero su padre, Saúl, establece prohibiciones insensatas, poco sabias, hasta el punto de maldecir a aquel soldado que comiera pan antes de terminar con el enemigo.

Necesitamos aprender del ejemplo de Saúl a no ser impacientes e insensatos. Necesitamos de Dios para evitar ambas actitudes.

Necesitamos aprender del ejemplo de Jonathan, un hombre de fe que confía en la victoria de Dios sobre el enemigo, y para esto también necesitamos a Dios.