1 Juan "Y Lo Que Era Desde El Principio"Muestra

Querido (a) lector (a), nuestro mundo ha perfeccionado el arte del amor basado en el rendimiento o en la apariencia física. Es triste descubrir que a menudo las personas miden nuestro significado por lo que hemos logrado, lo anterior ha hecho que muchas personas busquen erróneamente ser aprobados y aceptados a través del rendimiento.  

Lo paradójico, es encontrar personas de fe que están luchando para que sus vidas valgan algo para Cristo, y a diario hacen su mejor o mayor esfuerzo para verse aprobados ante Dios. Al final se sienten frustrados debido a que no pueden vivir de la forma en que creen debe ser un verdadero creyente.

La buena noticia es que nuestro desempeño no determina el amor de Jesús por nosotros, en la lógica de Dios, la salvación nunca fue una recompensa por buen comportamiento o rendimiento alguno; una persona por más que intente, aunque sea un poquito, por medio del esfuerzo nunca logrará ganarse la salvación, pues es un regalo de gracia, de un Dios inmensamente bondadoso.

Ahora, puede que te parezca difícil comprender cómo ama Jesús, sobre todo cuando crees que sus mandamientos son una regla o algo pesado en que debes esforzarte por cumplir. El Apóstol Juan nos dice que es por amor a Jesús que obedecemos sus mandamientos, en otras palabras, no se trata de cumplir cierto tipo de reglas en una rutina diaria, sino de desarrollar una relación de profunda apertura y comunión, donde los mandamientos se convierten en una oportunidad para que la vida de Cristo se manifieste en la nuestra. 

Al final, la obediencia no se tratará de cómo actuamos, sino de cómo respondemos a la iniciativa de amor de Dios en Jesús de aceptar con gozo el vivir sus mandamientos. Decimos, sí a Dios, porque lo amamos, no por deber u obligación con Él, o porque queremos algo de Él, sino porque es un deleite vivir, movernos y existir en Él.