Más Cerca De ÉlMuestra

Una Fe que se acerca

Nuestro acercamiento a Dios tiene que ir acompañado de fe. Ese es el consejo que recibimos en el libro de Hebreos, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6 RVR1960

Veamos el ejemplo de los hermanos de Jesús. Ellos se criaron y crecieron juntos, pero esa cercanía no les valió de nada porque no iba acompañada de fe. Sencillamente ellos no creían en Jesús. Por eso, en una ocasión lo retaron a que se fuera a Judea y las Escrituras nos declaran la razón por la que lo hicieron. 

“Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él.” S. Juan 7:3-5 RVR1960. Mucha cercanía pero ninguna fe.

Ese es el triste caso de los religiosos, los que se acercan para ser vistos de los hombres, para apaciguar sus conciencias, para cumplir con Dios, todo esto nada tiene que ver con el deseo genuino de estar cerca de Dios. Se complacen en sí mismos y aplauden su propia religiosidad. Son los que hacen sonar sus campanas para que el mundo se voltee y los mire.

Para estar verdaderamente cerca de Jesús tenemos que empezar nuestra relación creyendo. La fe en Cristo el Salvador, nos garantiza la morada del Espíritu Santo en nosotros. De esa manera el Espíritu nos ayudará para que en nosotros sea revelada la persona de Cristo, como ocurrió con Jacobo, uno de los hermanos de Jesús. Como vimos anteriormente, él junto a sus otros hermanos había rechazado a Jesús como el Mesías. 

Pero más tarde ocurrió su conversión y dejó de ver a Jesús el hermano y le vio como su Señor y Salvador. Pablo lo menciona en Corintios cuando habla acerca de la resurrección de Cristo. Él se encontró con el Cristo resucitado. Jacobo se convirtió en el líder de la iglesia de Jerusalén donde lideró el primer concilio de la iglesia, llegando a ser una de las columnas de la iglesia. 

Te alabamos Señor, nuestro corazón se regocija en tu salvación. Gracias porque el mensaje de las buenas nuevas llegó hasta nosotros y vimos tu luz y creímos. ¡A ti sea la gloria!