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Escuchando con tu corazón

Dios no me habla con una voz que haga que las agujas de audio se muevan, pero, hay momentos en los que he sentido algo muy profundo, casi como que si un diapasón acabara de tocar mi alma. Tampoco se trata de decir “lo sé porque lo sé”. Creo que podemos triangular las inconfundibles direcciones de la voz de Dios porque sabemos otras cosas sobre su carácter y su naturaleza. Por ejemplo, sabemos que Dios nos ama y lo correcto que es perdonar. También conocemos algunas verdades sobre el mundo, como el amor que tenemos en nuestra familia; que siempre nos han gustado los días lluviosos y las hamburguesas con queso, ese tipo de cosas. Desde ahí podemos entender cómo hemos sido conectados por Dios y cómo podemos usar una combinación de nuestros corazones y sus verdades para movernos en una dirección determinada.

Así que en lugar de pasar el tiempo preguntándome por qué no escucho palabras audibles, simplemente trato de escuchar más con mi corazón, y me he dado cuenta de un par de cosas que ahora parecen bastante obvias. Dios no me habla con una voz audible porque Dios no es un ser humano; es Dios. Eso tiene sentido para mí, porque los seres humanos son limitados y Dios no lo es en absoluto. Él puede comunicarse con nosotros de la manera que quiera y cuando quiera.

No he visto una configuración de ramas de árboles que se parecieran a Juan el Bautista o una formación de nubes que se pareciera a Jesús. Honestamente, para mí simplemente parecen ramas y nubes. Pero, sí veo la belleza en ellos y la belleza que está en todas partes, la cual Dios hizo para ti y para mí. Especialmente veo la evidencia de Dios en la vida de otras personas. En mi opinión, lo bello de ellas siempre se parece muchísimo a Dios. Me pregunto si las personas que escuchan voces o buscan formas de nubes se pierden el susurro de la creación de Dios al pensar que de alguna manera es una forma menor de comunicación, como un mensaje de texto en lugar de un audiolibro completo. Quizá sea solo yo, pero en todo esto y a pesar de lo que a veces parece ser un obstáculo, casi puedo leer sus labios diciéndome de manera inaudible: “Te amo mucho”.