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DÍA 7 DE 7

“Silbando a trabajar”

John Dixon fue declarado el mejor jugador de la final de la NCAA en el año 2007. Su equipo (Maryland) ganó el campeonato universitario de baloncesto derrotando a Indiana, pero esos momentos de gloria no hicieron olvidar a John la tragedia que había vivido desde muy joven: Sus padres murieron de SIDA y él tuvo acceso al dinero fácil de la droga en la zona dónde vivía cuando era poco más que un adolescente; sin embargo, John trabajó sin descanso descargando barcos y recibiendo solo el salario mínimo, para poder graduarse en la universidad y jugar al baloncesto. La mayoría hubiera tomado el camino más fácil, él decidió trabajar duro.

Pocas cosas tienen tan mala fama como el trabajo. Muchos creen que es una maldición, ¡y no es cierto! La Biblia dice que Dios trabaja, y que el esforzarnos por hacer algo bien es bueno. La decisión que Dios tomó al crearnos fue: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio...» (Génesis 1:26), así que el trabajar (ejercer dominio) es un regalo muy anterior a nuestra rebeldía contra el Creador.

Ese versículo nos recuerda algunas lecciones muy importantes: en primer lugar, todos llevamos la imagen de Dios en nosotros mismos. El hombre no es una obra maestra por lo que hace, sino por lo que es; cada uno de nosotros tenemos valor porque Dios nos hizo. Esa es la base de nuestra dignidad como personas.

En segundo lugar, Dios le pide al hombre y a la mujer que ejerzan dominio sobre la naturaleza (Génesis 2:20 señala que se lo dice a los dos, no solo al hombre): animales, tierra, mar y aire; toda planta y semilla (Génesis 2:15). No hay diferencias entre nosotros. Nadie es superior a otro, ningún trabajo es más importante que otro, todos somos iguales delante de Dios.

En tercer lugar, el trabajo y el esfuerzo físico nos permiten realizar lo que desea nuestro corazón. No solo en esta vida, sino por toda la eternidad, porque lo que hacemos tiene trascendencia eterna. Todo lo que Dios hizo era bueno en gran manera (Génesis 1:31) y el trabajo y el esfuerzo físico son parte de esa bondad. Hoy y siempre.

¿Cuál es entonces el problema? Cuando le dimos la espalda a Dios, el dolor y el cansancio se apoderaron de nosotros. Queremos hacer nuestro trabajo bien, pero a veces sufrimos. Deseamos terminar lo que hemos comenzado, pero nos cansamos. Aun así, no pienses que el dolor y el cansancio son malos en sí mismos, ¡el mismo Señor Jesús los sufrió! Él necesitó descansar porque trabajaba duro, así que si algo necesitamos recordar es que esforzarse al máximo es parte de la voluntad de Dios; él no mantiene a holgazanes.

Aun así, la Biblia nos dice que el dolor vino como fruto del pecado. El deseo que a veces tenemos de dominar a otros o ser más que otros es fruto de nuestro egoísmo. Cuando trabajamos y recibimos diferentes recom- pensas, estamos recibiendo el fruto de la injusticia humana. De nuestra propia injusticia también.

Necesitamos añadir algo más: la monotonía y el sentimiento de lo absurdo cuando trabajamos son consecuen- cia de no tener con nosotros al Creador. Cuando él está a nuestro lado, todo tiene sentido. Por eso necesitamos esforzarnos por trabajar bien, porque así reflejamos el carácter de nuestro Padre. Y él nos considera sus héroes al ver el deseo de nuestro corazón. Sea cual sea nuestro trabajo (Hebreos 11).

Día 6

Acerca de este Plan

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Este es un libro devocionales para todo el año, con lecturas especializadas en la acción, los retos, el desempeño y la emoción del deporte actual. Encontrarás: Una guía de lectura bíblica diaria, la historia de un deportista o equipo deportivo destacado a nivel mundial, una frase clave para reflexionar, y una oración sugerida para enfocar el espíritu en la obra del Señor.

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Nos gustaría agradecer a Our Daily Bread por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://nuestropandiario.org