Que nada te impida crecerMuestra

Arrepentimiento

Mateo 3.8

8 Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios.

Al convertirnos en discípulos de Cristo lo natural es que nuestras vidas sean transformadas, pero para que eso ocurra de manera completa debemos entregar cada espacio de nuestro ser, incluyendo aquellas que desconocemos, pero que llevamos (por algún evento o situación del pasado) escondidas en el subconsciente (el ❤️) y que han echado raíces amargas. Lo que no aprendemos a confesar, ni a dejar que el Espíritu Santo restaure lo cargaremos siempre como un equipaje adicional y sin sentido. A veces sentimos el peso de algo que no logramos identificar, y que al final resulta ser que continuamos arrastrando con algunos fragmentos de pecado, de pasado, de dolor viejo que se ha arraigado tan fuerte de nuestras entrañas que apenas nos deja ponernos sobre nuestros pies.

En ocasiones, en el caminar con Cristo, no entendemos por qué no avanzamos en Sus propósitos. Y es que, mientras no estemos dispuestos a entregarlo TODO, estamos limitando TODO lo que Dios puede hacer a través de nosotros. Madurar en la fe es reconocer que debemos presentarnos ante Dios tal como somos para que Él nos restaure tal como nos diseñó. Nada puede cambiar el amor que nuestro padre siente por nosotros, ni siquiera el pecado más atroz que podamos concebir, nada. Pero es necesario entregar nuestra manera de ser para comenzar a vivir a la manera de Cristo; eso es crecer. 

Dar frutos es una señal de que estamos por el camino correcto. No es trabajo a lo que nos referimos, es al amor, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre… Permitámosle a Dios que transforme nuestras vidas de manera tal que produzcamos frutos al ciento por uno.

¿De qué debo arrepentirme? ¿Qué debo entregar a Dios que está en mi corazón?

Oración de arrepentimiento

Señor Jesús, delante de ti estamos para presentar nuestra vida. Toma control de nuestra mente y transfórmanos. Te pedimos que perdones todo aquellos que hemos hecho mal y que nos aleja de ti. Limpia nuestra vida con tu sangre preciosa, te reconocemos como nuestro Señor y salvador, en el nombre de Jesús Amén.