Abrumada por mis bendiciones (Parte 3)Muestra
Las palabras son eternas
"Los palos y las piedras pueden romper mis huesos, ¡pero las palabras nunca me lastimarán!" Lo que sea. Esta respuesta infantil es una mentira y lo sabemos. Las palabras pueden herir.
Las palabras importan.
Las palabras son poderosas. Dios creó los cielos y la tierra con Sus Palabras. ¡Él es la Palabra! Las palabras son importantes porque son la forma en que nos comunicamos entre nosotros. ¡Ya deberíamos saber que se dice que la mujer promedio habla unas 13.000 palabras más al día que un hombre! Las palabras, habladas o en silencio, también son la forma en que nos comunicamos con Dios.
Las palabras revelan nuestros motivos e intenciones: ya sean dichas con ternura para consolar, bendecir y animar o en una explosión de ira para culpar, defender y convencer. Todas estas palabras vienen de la misma boca, a veces el mismo día, a veces en cuestión de momentos. Todas las palabras se originan en nuestro corazón y construyen o destruyen. Podemos ahogar a las personas, especialmente a nuestra familia, con demasiadas palabras o dejarla morir de hambre al cerrar o retener nuestras palabras edificantes.
Las palabras son eternas. Nunca podremos retractarnos de algo que dijimos, incluso si lo decimos en broma. Siempre hay un elemento de verdad en el sarcasmo. Y el sarcasmo es una mala manera de comunicarse con aquellos a quienes amamos, aunque nuestros hijos parecen sacar eso de nosotros con sus actitudes.
Aún después de la más sincera disculpa por nuestras palabras acaloradas, odiosas o descuidadas, la destrucción siempre permanecerá. Se necesita la obra poderosa del Espíritu Santo para sanar las heridas que quedan de esas palabras. Ya sabes. Has estado en el extremo receptor. Y a menudo, tu eres quien da.
La Palabra de Dios nos enseña que las palabras se originan en nuestro corazón, revelan su condición y tienen poder de vida o muerte. ¡Guauu! Eso es mucho para considerar. ¿Qué dejamos atrás con nuestras palabras? Son eternas.
Que podamos hablar menos palabras a los demás y más palabras a Dios.
Padre, confieso que actualmente mi corazón puede no estar en las mejores condiciones, evaluando mis palabras. Me arrepiento de la dureza de mi tono, la severidad de mis mandatos y las palabras que traen muerte y destrucción en lugar de vida y aliento. Te pido que tu Presencia more en mi corazón hoy y siempre, siendo rápido para recordarme cuando te he desplazado con mi propia agenda y egoísmo. Que mis palabras sean una bendición para mi familia y los demás hoy, pero especialmente para ti. Gracias por amarme, incluso en mis debilidades.
Acerca de este Plan
Ánimo para madres, de una mamá que crió a sus 7 hijos y vivió para contarlo. Esta es la parte 3 en esta serie de 12 devocionales por Robin Meadows. ¡Gracias a Juanitta Fernández Pastor por esta traducción!
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Nos gustaría agradecer a Robin Meadows por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://instagram.com/manymeadows