Proverbios y promesasMuestra

Dios es lo primero (hasta en una crisis)

Durante este tiempo de crisis y cuarentena es muy probable que hayas llegado a preocuparte por los recursos que podrías perder, o te has inquietado por cómo podrás seguir proveyendo para tu familia si esta situación se extiende en el tiempo.

Este temor se disipa cuando entendemos que "nuestras cosas” no son “nuestras” sino de Dios. El miedo se levanta cuando nos damos cuenta de que no podemos perder lo que no nos pertenece. Entender esta realidad nos cambia. Cuando sabemos que Dios es la fuente inagotable de vida, paz, provisión, y seguridad, ¡el miedo a que se acabe se apaga!

En medio de las crisis es importante ser diligentes para administrar bien el dinero. Proverbios está lleno de imágenes sobre la buena administración: la mujer de Proverbios 31 que se ríe sin temor al futuro, y la hormiga que es diligente en el verano.

Administrar bien durante una crisis incluye, además de reorganizar tu presupuesto, tomar la decisión de seguir dando a Dios lo primero.

En medio de una crisis nos cuesta trabajo diezmar u ofrendar porque estamos pensando en la dificultad, pero algo que no puedes dejar de hacer es seguir honrando a Dios. En el Salmo 126 dice que Él es quien restaura nuestro bienestar. Pero nota una parte muy importante: los que siembran con lágrimas, cosechan con gritos de alegría. ¿Cuándo se siembra con lágrimas? Cuando tus recursos son limitados. Te duele cada siembra que haces porque tal vez significa reajustarse en otras áreas. Pero el buen administrador sabe que si no siembra ahora, cuando pase la dificultad no tendrá cosecha.

Cuando tú decides seguir sembrando aún con lágrimas, diezmando, ofrendando, dando a otros necesitados o a misiones, tal vez invirtiendo tiempo en otras personas, o sirviendo; esta temporada no será perdida sino que será una temporada de administración y de crecimiento en fe. Y pasando esta época vas a tener una cosecha no solo en las finanzas, sino también una cosecha de paz, de fe, y en tus relaciones.

Oración

Gracias Dios porque tú eres mi fuente de vida. Porque tú conoces mis necesidades y eres un buen Padre que provee, nada me falta a tu lado. Decido honrarte y alabarte en cada temporada de mi vida, y te pido que me enseñes a ser un administrador diligente que siembra en tu reino y en la vida de otras personas con mis recursos, tiempo, servicio, y también sembrando en otros tu amor. Tú eres bueno en todo tiempo, y eres mi mayor recompensa; sé que tú harás crecer las semillas y cosecharé con alegría. En el nombre de Jesús, amén.