Los tres corazonesMuestra

El corazón ambicioso (Lucas 10:30 TLA)

Seguiremos nuestro viaje hacia la historia del buen samaritano, que Jesús uso para mostrar nuestro corazón. 

El primer corazón en esta historia es el de los ladrones, quienes sin importar qué le sucede a su próxima víctima, buscan obtener lo que el otro posee. El gran problema es que el método utilizado no tiene importancia con tal de obtener el fin. Nadie puede lograr el objeto de su ambición sin un daño a un tercero. La ambición es el hijo mayor de la envidia. Cuando uno anhela lo que el otro tiene y cree que Dios es injusto al dárselo porque el otro no se lo merece y yo sí, eso es exactamente envidia. Esa es la primera señal de que posees un corazón ambicioso capaz de traicionar tus valores más altos para cumplir con la ambición.

Recuerdo a una joven que anhelaba tener novio, y estaba orando para que Dios enviara al hombre de sus sueños. Una tarde entró a mi oficina y, emocionada, me dijo que había encontrado al amor de su vida, pero que para poder estar con él había un pequeño escollo que saltar: el joven se iba a casar en tres meses (con otra joven, lógicamente). ¿Te imaginas la oración de esta muchacha para que Dios cumpliera su deseo? “Señor, te pido que antes de los tres meses te la lleves a tu presencia” o algo así. Una joven que había guardado su virginidad, ahora se convertía en homicida virtual para que Dios cumpliera con su ambición de tener un novio por fin. Rompió con sus principios porque su ambición pudo más. Por eso, me da miedo cuando conozco jóvenes que me dicen que ellos van a hacer cosas grandes para Dios. Pareciera no importarles cuál será el método para llegar, y ni siquiera piensan en el bienestar del prójimo, sino en que ellos lograrán alcanzar su ambición personal a cualquier precio.

El corazón de los ladrones, en nosotros, a veces, está más cerca de lo que pensamos. Alguien me enseñó una fórmula para saber si mi corazón estaba contaminado por la ambición, y solamente debía contestar una pregunta para saberlo: ¿Te pones contento cuando a alguien que conoces le fue mal en su proyecto? Si la respuesta es sí, necesitas replantearte tu motivación y pedirle a Dios por tu corazón.