Cambio: Preparando la Marcha Para Muestra

El motor está rugiendo, pero con una reserva. Los neumáticos chillan, bloqueando y desbloqueando como si lucharan con la transmisión, echando nubes de humo. Estás en rojo. Sabes que es hora de un cambio de marcha.

Y sin embargo, decides presionar los frenos.

Con demasiada frecuencia, quitamos nuestro pie del acelerador y presionamos los frenos, sin darnos cuenta que si hubiésemos avanzado un poco más lejos, habríamos alcanzado el destino que nos propusimos alcanzar.

Cambiar la marcha y detenerse son dos cosas diferentes.

Cambiar la marcha, es analizar una situación, reconocer la necesidad de un cambio, y tomar acción sobre ello. No siempre tenemos que dar un volantazo. Sólo tienes que cambiar de vía. Cambiar la marcha, es hacer un pequeño ajuste, respondiendo a los obstáculos que vienen a lo largo del camino. Es a través de estos pequeños ajustes que comenzamos a liberar el potencial que Dios ha reservado para nosotros. Nada que permanece igual, mejora; de hecho, la mayoría de las veces, empeora. O estás ocupado creciendo o estás ocupado muriendo. Cuando cambias, estás cambiando para progresar.

Para mejorar.

Para seguir adelante.

Para crecer.

Pero cuando empiezas a soltar el acelerador y aplicas los frenos, estás retrocediendo.

Te estás deteniendo.

Estas reduciendo la velocidad.

Te estás muriendo.

Pero ¿Qué pasa si por todo lo que has orado está a la vuelta de la esquina? ¿Disminuirás la velocidad o cambiarías a otra velocidad y acelerarías? ¿Qué pasa si tu potencial está en la esquina de tus miedos e incertidumbre? Nunca sabrás si te detienes.

No bajes la velocidad. No abandones. No te detengas.

CAMBIA la marcha a tu propósito, y ve lo que Dios tiene reservado para ti.