VENCEDORES CON EL FRUTO DEL ESPÍRITUMuestra

 Mansedumbre: Poder bajo control 

  La mansedumbre puede que sea el fruto del Espíritu más malentendido. A primera vista parece dar a entender un concepto erróneo sobre el cristianismo que comparten tanto el mundo como la iglesia. Cuando nos hacemos cristianos, entramos en una batalla espiritual feroz contra las fuerzas de la oscuridad contendiendo por las almas de la humanidad, y no hay lugar para la mansedumbre en el combate; o sí. Al pie de la letra, la mansedumbre da la impresión de que los creyentes están dormidos y dándose la vuelta ante la confrontación. Por consiguiente, crea la percepción de que los cristianos son débiles y sentimentales, totalmente incapaces de enfrentarse al mal en un combate abierto, y mucho menos vencerlo con el bien.

Pero nada podría estar más lejos de la verdad. La mansedumbre es una medida de la identidad de Dios; no es que nosotros seamos mansos, sino más bien es Dios acercándose con mansedumbre para mecer a un mundo herido a través de nosotros. Como fruto del Espíritu, no es nada menos que poder bajo control. En Mateo 11:29 Jesús se describe como “…manso y humilde de corazón”. Por lo tanto, nosotros no debemos ser mansos, sino que debemos caminar en la mansedumbre de Jesús a medida que madura en nosotros mediante el Espíritu Santo.

Piense en la forma en que usted respondería a un niño que se ha caído y se ha lastimado. Usted sería muy manso e intencional en su forma de tratar al niño y su herida, frenándose cautelosamente a medida que venda tiernamente sus heridas. Y así como Jesús es “manso y humilde de corazón”, el Señor nos está transformando a su misma imagen (2 Corintios 3:18, Romanos 8:29). Esta es la mansedumbre del Espíritu cuando se acerca a un mundo caído y herido a través de nosotros para que todos los que están trabajados y cargados puedan encontrar descanso en Él (Mateo 11:28).