[Serie La Manifestación De Cristo En Nosotros] Parte 3Muestra

Vida eterna de calidad

Si tienes la vida eterna, pero olvidaste que es una calidad de vida, Cristo dijo yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Abundancia no es cantidad, sino calidad de la vida que él depositó en ti y en mí. Es una vida plena que se disfruta, que se desea, que se anhela, que se manifiesta en lo que hacemos, en lo que vivimos. Eso es la vida eterna y eso solamente se puede ver cuando dejamos de manifestar lo que hemos sido en la carne y comenzamos a manifestar lo que está en nuestro espíritu que es la vida de Cristo. Cuando entendemos que las cosas que me suceden no ocurren únicamente por un accidente, sino porque hay un propósito divino y es para que esa experiencia pueda producir que se manifieste lo que tengo dentro, su vida.

Todas las veces que Pablo pasó por una situación difícil, decía «hay un peso de gloria más grande en mi vida», porque con cada situación se manifestaba más la vida de Cristo. El objetivo es que se manifieste él. El mundo no requiere de más «religiones cristianas», el mundo ha oído mucho de religión cristiana, lo que el mundo quiere es una manifestación práctica de Cristo. Anhelan verlo y nosotros, los hijos de Dios, contenemos su vida. De nosotros depende si el mundo lo ve o si simplemente esto que llamamos «congregarnos o vida de iglesia», seguirá siendo únicamente una experiencia religiosa. 

Lo que se nos ha dado es la vida del Hijo, tú ya no tienes vida, ya no vives tú, lo que ahora vives en la carne es vivir en la fe de él, no en tu fe. Porque tu fe no sirve mucho en estos menesteres, es la fe de él la que nos ha sido dada, es manifestar su vida. Si tú eres un hijo de Dios, tienes toda la vida de Cristo contenida en ti, toda la capacidad, todo el poder, todo el potencial de Cristo. Tienes su vida… que no se manifiesta, es otra cosa.

El propósito por el cual Pablo continuamente enseñaba a la iglesia y la edificaba, es para que Cristo sea formado, se manifieste en nosotros. No solamente tenemos la mente del Hijo, tenemos el espíritu del Hijo, la fe del Hijo, la vida del Hijo y también tenemos la paz del Hijo.

Reflexionemos

¿Disfrutas la vida del Hijo que te fue dada?