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Recupera la identidad de hijo de Dios

DÍA 4 DE 7

La integridad 

La integridad es el reconocimiento de que soy responsable de la mayordomía de mi vida y de las cosas que Dios me ha entregado. Soy responsable de cómo he vivido en la dignidad de Dios y la manera en la que he expresado el valor del respeto. 

Uno de los valores de los hijos de Dios es la integridad. En esta integridad reconozco y soy responsable. Entiendo que no puedo vivir de la misma manera, y debo permitir que la obra del Espíritu que poseo produzca la transformación para caminar en los tres valores. La integridad me habilita a verme sin engaños para que se formen, por el Espíritu de Dios, las características de la nueva creación, para vivir en la plenitud de la dignidad y del respeto. 

La integridad no engaña con una máscara religiosa, que hace pensar que somos perfectos y que no necesitamos un proceso. En realidad, usar máscaras hace que no viva dignamente y sin el valor del respeto. Manifestamos una vida carente del fruto de la justicia. 

Cuando causo una ofensa, puedo evaluarme y ver que no he mostrado ni vivido en el nivel de dignidad correcto. Cuando soy íntegro reconozco que cometo fallas, por lo tanto, el valor de la integridad es vital para producir una transformación. Si no soy íntegro diré que no hay nada que deba transformarse en mi vida porque soy «perfecto». 

Por medio de la integridad reconozco las cosas que Dios necesita procesar, puedo evaluarme para ver que no he mostrado la dignidad de Dios y que pasé por alto el respeto de la dignidad de la otra persona.

Cuando camino en dignidad, respeto e integridad puedo evaluar cada vez que alguien me ofende, para observar la causa de la ofensa y saber si fui yo quien cometió una acción incorrecta. Al no caminar en el respeto y no ser íntegros inmediatamente culpamos, reflejamos la culpa y no reconocemos que estamos mal. 

La integridad hace que analicemos y meditemos los detalles en las actitudes que tenemos ante los demás. Jesús dijo: «no mires la paja que hay en el ojo ajeno, sino concéntrate y mira la vida que está dentro de ti». No soy el Espíritu Santo, mi labor no es quitar las astillas de los demás, sino evaluar y analizar las cosas para concentrarme en el proceso de la transformación de Dios en mi vida. La integridad me ayuda a reconocer mis fortalezas y debilidades, por eso puedo escuchar, evaluar y reconocer.  

Escrituras

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Recupera la identidad de hijo de Dios

Agradar a Dios en todo, tiene que ver con el diseño a su imagen. Dios desea restaurar ese concepto en cada persona. Dar fruto, tiene que ver con el diseño a su semejanza y es el resultado de su vida. Agrado a Dios porque estoy hecho a su imagen y hago sus obras, no las mías. Frecuentemente actuamos de manera incoherente con nuestra identidad porque no la conocemos.

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Nos gustaría agradecer a Gerardo Cardenas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://elcentronetwork.com/