Recupera la identidad de hijo de DiosMuestra

El respeto 

El respeto, es el reconocimiento de la imagen de Dios en los demás. Reconozco la imagen de Dios y por lo tanto la dignidad de Dios en los demás. Cuando tengo respeto me enfoco en las situaciones que suceden en la vida y no veo al individuo ni lo ataco, me centro en lo que sucede sin desconocer la imagen de Dios en otros. 

Cuando pases un malentendido con alguien no tienes que enojarte o insultarlo, porque esa persona ya está hiriéndose con su actitud. Entonces, no debes reaccionar de la misma manera y herirla. Lo que debes hacer es enfocarte en el problema y actuar sin involucrarte. 

Cuando vivo en el valor del respeto nunca miro a las personas por sus títulos, logros, razas, niveles económicos, culturales o apariencias físicas, veo la imagen de Dios en la persona. La falta de este valor en la identidad de las personas es la causa del racismo, discriminación, diferencias en las clases sociales y menosprecio. 

La causa del menosprecio entre los seres humanos es porque el valor del respeto se rompe de forma individual y después grupal. La carencia de este concepto da como resultado que una persona produzca daño a otra sin tener un problema, porque no entiende la imagen de Dios. Al no entender el valor que Dios puso en esa persona menospreciamos la obra de Aquel que también nos creó. 

Al ver a esa persona como alguien ajeno se convierte en enemigo. Cuando no vemos la imagen de Dios en los demás, irrespetamos a la gente y los tratamos de manera ofensiva. Algunos gritan cuando alguien grita. Eso es no tener valores. 

Dignidad y respeto producen una identidad correcta. Entonces, si otros gritan no tenemos por qué hacerlo nosotros. El problema es que no entienden que la ira de las otras personas se debe a la falta de desarrollo moral, espiritual, emocional porque carecen de dignidad. Por eso son arrastrados al mismo comportamiento de la otra persona. 

No somos llamados a vivir de esa manera. Somos hijos de Dios y tenemos otro propósito en la vida. Debemos manifestar valores y una vida más alta. De eso se trata la transformación del alma, que vivamos con la identidad correcta para que manifestemos lo que Dios espera de nosotros.