Equipadas - Ayer y hoyEjemplo

Incluso después de su arresto, Pablo sabía cuál era su misión: ser un testigo para todas las personas de la verdad de Jesucristo. Pablo fue llamado por Jesús, durante su conversión milagrosa (Hch 9), para predicar el evangelio. Pablo se arrepintió de sus pecados, invocó el nombre del Señor y llevó a muchos a Cristo.

Pablo no fue el único que recibió este llamado. Cuando Jesús ascendió al cielo, instruyó a todos sus seguidores a predicar la Palabra a todas las naciones y hacer discípulos. Debían ser testigos, en su época, de la bondad de Cristo y la salvación disponible para todo aquel que cree.

Si los discípulos o Pablo hubieran visto esos mandamientos exclusivamente para ellos, probablemente no hubiéramos escuchado el evangelio. El evangelio continuó extendiéndose y multiplicándose porque todos los que lo escucharon continuaron proclamándolo a otros. Lo hemos escuchado porque alguien nos lo dijo. Tenemos el mismo llamado, el mismo mandato de Jesús de predicar la Palabra y hacer discípulos. Al continuar en la obra del evangelio hoy, que podamos estar confiadas y seguras de que el Señor está aún con nosotras como estuvo con Pablo y los primeros discípulos en todo lo que enfrentaron. Él nos capacitará mientras proclamemos Su nombre.

Padre Dios, te pido valentía para compartir el evangelio con otros. Creo que me llamas a proclamar Tu nombre al mundo, y sé que es algo que puedo hacer cada día, en el preciso lugar donde me encuentre. Por favor, trae a mi vida personas que no te conozcan. Déjame ser una luz y un testigo del evangelio cada día. Amén.