[Serie Realidades del nuevo pacto] Parte 1 Muestra

Un pacto eterno 

El nuevo pacto es eterno, e Isaías lo profetizó. Jesús, en una celebración judaica, toma lo que Isaías profetizó: «el que tenga sed, venga a mí y beba», se identifica como Aquel que era la base del nuevo pacto (Él es el nuevo pacto). El nuevo pacto no es una doctrina sino una persona que, al tenerlo, tiene su operación y vida. Al ser un pacto eterno, no tiene principio ni fin de días. 

El nuevo pacto es eterno y produce un nuevo corazón, que es una nueva manera de operar, de condición de vida, de espíritu y de caminar; que produce que se piense diferente y se produzca una edificación a las futuras generaciones. Debemos entender que seremos efectivos en el nuevo pacto y en nuestra función si empezamos a dejar un legado a nuestros hijos y nietos. Es un pacto eterno y nunca será puesto en el olvido. 

En la actualidad, hay personas que no viven en esta dimensión de la plenitud en la cual se estableció todo lo jurídico. El nuevo pacto es una persona, vida que se lleva adentro, por lo tanto, entendamos que no tiene que ver con tiempos cronológicos sino con el entendimiento y las dimensiones del espíritu del hombre y lo que realiza en su tiempo. Lo importante es que operes en esta dimensión del nuevo pacto, que entiendas que esto es para ti y que comprendas cómo debemos caminar y vivir. 

La nación de Israel no conocía al Dios de sus padres, solo lo habían oído, pero era ajeno a ellos, y ese es el sentido de la religión. En la actualidad, también es así, un Dios que no tiene que ver contigo es el Dios de tus padres, de los ministros y de aquellos a los que se les reveló.

Los que ignoran las realidades del nuevo pacto esperan una visita y mover de Dios, un acontecimiento externo, pero no operan en esa realidad. Dios espera que sus hijos en la tierra realicemos la misión para la cual nos dio su vida, poder, gloria, autoridad y orden. Muchos esperan que Dios venga a visitarlos para realizar lo que falta en la tierra, que es lo mismo que nos encomendó  hacer. Dios nos dio su Espíritu, poder y vida para que, en la tierra, seamos  agentes de transformación en las naciones. 

Reflexionemos

¿Ignoras las realidades del nuevo pacto o las entiendes y vives?