[Serie Confiado] Confiado: Cosas que sabemosMuestra

Sabemos que nunca estaremos sin pecado, pero deberíamos pecar menos

La primera verdad que necesitamos saber acerca de nuestra vida espiritual es que nosotros nunca podremos estar sin pecado, pero deberíamos pecar menos. La Biblia dice que todos los que han nacido de Dios no pecan. Nacer de Dios significa confiar en Jesucristo como el Salvador y aceptar su muerte en la cruz como castigo por sus pecados. También significa aceptarlo de todo corazón como el Señor de la vida. Toda persona que hace eso con fe nace de nuevo.

Al mismo tiempo, podría ser difícil para nosotros entender cómo las Escrituras afirman que cuando nacemos de nuevo, no pecamos. Si somos honestos con nosotros mismos, reconoceremos que hemos pecado desde el día en que fuimos salvos. Podríamos pecar en nuestro camino a la iglesia el domingo gritándole a nuestro cónyuge o mintiéndole a nuestros hijos. Todos los cristianos todavía pecan. LifeWay Research dice que el 67% de los estadounidenses admiten que luchan con el pecado. Los que no lo admiten, luchan con el pecado del orgullo. Solo el 5% de los estadounidenses dicen que no les importa el pecado en sus vidas. En otras palabras, la mayoría de nosotros entendemos que el pecado está mal y queremos tener victoria sobre él.

Entonces, ¿qué quiere decir la Biblia cuando dice que toda persona que nace de Dios no peca? Aquí, la Escritura se refiere a un pecado continuo y habitual, no a un episodio de pecado. En otras palabras, un cristiano no debería vivir un estilo de vida de pecado con ocasionales momentos de piedad. Por el contrario, deberíamos vivir un estilo de vida de piedad que podría tener episodios ocasionales de pecado. Por ejemplo, asistir a la iglesia de vez en cuando o donar un dólar para caridad esporádicamente, lo contrario debería ser tu estilo de vida. Toda tu vida debería ir en la dirección de Dios. Deberías caminar con Dios diariamente porque Cristo vive en tu corazón. Todavía puede haber momentos en los que caes en pecado, pero el pecado en realidad no es tu estilo de vida habitual.

El famoso teólogo John Stott dijo: «El pecado y el hijo de Dios son incompatibles. Pueden encontrarse ocasionalmente; no pueden vivir juntos en armonía». Jesús hace una obra en nuestros corazones, de modo que el pecado continuo y habitual ya no es parte de nuestras vidas. Nunca podemos estar sin pecado. Pero a medida que crecemos en Cristo, debemos pecar menos.