Obtener la appVillancicos: Un devocional de NavidadMuestra
El pequeño tamborilero
Ven me dijeron pa rum pa pum pum
Para un rey recién nacido ver, pa rum pa pum pum
La noche estaba en silencio, excepto por los latidos de su corazón. Le pareció tan fuerte que se preguntó si sus compañeros de viaje también podrían oírlo. Estaba nervioso por ver a un rey, pero siguió caminando, agarrado con fuerza a su tambor.
Su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Los demás llevaban hermosas cajas llenas de regalos preciosos, regalos dignos de un rey. No tenía nada más que su tambor, que de repente parecía un instrumento inapropiado para tocar para un rey, sin mencionar un rey recién nacido. Ojalá tuviera un instrumento más relajante, como el arpa que a veces tocan los pastorcillos.
El latido de su corazón era ensordecedor mientras estaba de pie ante el Rey. Y luego María asintió. La madre del Rey asintió hacia él. Ella realmente quería que él tocara. Levantó sus baquetas y comenzó a tocar el primer patrón que se le ocurrió, el ritmo de los latidos de su corazón.
Y así, el pequeño tamborilero entregó su corazón a Dios. Tocó lo mejor que pudo. Dio lo mejor de sí.
¿Con qué frecuencia sentimos que nuestros dones no son lo suficientemente buenos? Nos comparamos con los demás y nos preguntamos por qué sus dones parecen mucho más “útiles” para el reino. Queremos enseñar como nuestro pastor, o cantar como nuestro líder de adoración. O tal vez queremos compartir nuestras bendiciones, pero a veces no nos sentimos muy bendecidos. No podemos dar lo que no tenemos, pero en lugar de lamentarnos por nuestra falta, debemos buscar nuestro “tambor”, lo único que solo nosotros podemos dar.
La verdad es que Dios ya tiene una enseñanza como la del pastor. Ya canta como el líder de adoración. Y lo que Él quiere, lo que realmente puede usar, es tu corazón.
Piensa en cómo puedes bendecir a otros en esta temporada y a su vez, bendecir a Dios. No tienes que gastar dinero. Solo tienes que dar de ti, de tu corazón. Al igual que el pequeño tamborilero. Jesús le sonrió. Piensa en Jesús sonriéndote. Como que hace que tu corazón se acelere, ¿no es así? Escucha.
Preguntas:
¿Cómo puedes bendecir a Dios bendiciendo a otros en estas fiestas?
¿Estás dando lo mejor de ti a Dios? Si no, ¿cómo podrías darle lo mejor de ti hoy?
Ven me dijeron pa rum pa pum pum
Para un rey recién nacido ver, pa rum pa pum pum
La noche estaba en silencio, excepto por los latidos de su corazón. Le pareció tan fuerte que se preguntó si sus compañeros de viaje también podrían oírlo. Estaba nervioso por ver a un rey, pero siguió caminando, agarrado con fuerza a su tambor.
Su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Los demás llevaban hermosas cajas llenas de regalos preciosos, regalos dignos de un rey. No tenía nada más que su tambor, que de repente parecía un instrumento inapropiado para tocar para un rey, sin mencionar un rey recién nacido. Ojalá tuviera un instrumento más relajante, como el arpa que a veces tocan los pastorcillos.
El latido de su corazón era ensordecedor mientras estaba de pie ante el Rey. Y luego María asintió. La madre del Rey asintió hacia él. Ella realmente quería que él tocara. Levantó sus baquetas y comenzó a tocar el primer patrón que se le ocurrió, el ritmo de los latidos de su corazón.
Y así, el pequeño tamborilero entregó su corazón a Dios. Tocó lo mejor que pudo. Dio lo mejor de sí.
¿Con qué frecuencia sentimos que nuestros dones no son lo suficientemente buenos? Nos comparamos con los demás y nos preguntamos por qué sus dones parecen mucho más “útiles” para el reino. Queremos enseñar como nuestro pastor, o cantar como nuestro líder de adoración. O tal vez queremos compartir nuestras bendiciones, pero a veces no nos sentimos muy bendecidos. No podemos dar lo que no tenemos, pero en lugar de lamentarnos por nuestra falta, debemos buscar nuestro “tambor”, lo único que solo nosotros podemos dar.
La verdad es que Dios ya tiene una enseñanza como la del pastor. Ya canta como el líder de adoración. Y lo que Él quiere, lo que realmente puede usar, es tu corazón.
Piensa en cómo puedes bendecir a otros en esta temporada y a su vez, bendecir a Dios. No tienes que gastar dinero. Solo tienes que dar de ti, de tu corazón. Al igual que el pequeño tamborilero. Jesús le sonrió. Piensa en Jesús sonriéndote. Como que hace que tu corazón se acelere, ¿no es así? Escucha.
Preguntas:
¿Cómo puedes bendecir a Dios bendiciendo a otros en estas fiestas?
¿Estás dando lo mejor de ti a Dios? Si no, ¿cómo podrías darle lo mejor de ti hoy?
Escrituras
Acerca de este Plan
Dios está con nosotros: en promesas respondidas, sueños realizados, y en una esperanza renovada. Cómo no cantar. Durante esta temporada de Navidad, explora las canciones que nacieron de nuestro gozo por la llegada de Cristo al mundo y redescubre Su relevancia en tu vida hoy, a través de este Plan de lectura de 25 días.
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Queremos agradecer a Life.Church por proveer este Plan. Para mayor información, visita: www.life.church
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