¿Cómo puedo ganar una guerra espiritual contra Satanás?

Satanás es real pero ya está derrotado. 

Jesús vino a la tierra a destruir el trabajo del diablo (1Juan 3:8). Cuando nuestro Señor murió en la Cruz, el pecado murió. Cuando resucitó de la tumba, la tumba perdió. Un día, Satanás será echado al lago de fuego para ser atormentado por la eternidad (Apocalipsis 20:10). Satanás no reinará en el infierno, ahí será castigado, para siempre.

Satanás está en guerra con nuestro Padre y nosotros somos el campo de batalla donde ruge el conflicto. Como él no puede dañar a Dios ataca a Sus hijos. La peor manera de dañarme es atacando a mis hijos.

En nuestra guerra contra este enemigo, ¿cómo ganamos?

1.- Resístelo con la fuerza de Dios.

“Sométanse a Dios, resistan al diablo y él huirá de vosotros” (Santiago 4:7). El momento en que eres tentado, somete la situación a Dios y elige resistir: “No den lugar al diablo” (Efesios 4:27). Será más fácil resistir al pecado desde el momento en que asoma a tu mente o a tu corazón.

2.- Proclama tu victoria en el poder de Dios.

Tu Padre promete que no permitirá que llegue la tentación sin darte fuerza para derrotarla (1Corintios10:13). El momento en que el enemigo aparece en tu vida, aférrate a esa promesa. Asume la victoria que Dios promete.

3.- Usa la armadura del Espíritu Santo. 

Efesios 6 nos exhorta: “Fortalezcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, autoridades, potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (v. 10–12).

La “armadura” espiritual incluye la verdad de Dios, justicia, Evangelio, fe, salvación, Palabra de Dios y oración (v. 14–18). Afírmate en esto. Practícalo. Acéptalo como el poder de Dios para tu vida. Y serán tu victoria.

Así que, prepárate a ser tentado por tu enemigo mortal.

Los leones sólo rugen cuando atacan. Afírmate en la fortaleza de Dios. Cuando falles, pide a Dios perdón, gracia y victoria.

Y la próxima vez que el diablo te recuerde tu pasado, recuérdale su futuro.