La paz es una personaMuestra

El potencial de las tormentas

¿Por qué parece que Dios no está sincronizado con nuestra vida? ¡Agradeceríamos que el mar esté cristalino y calmo!

Nos agrada la comodidad. Queremos días libres de problemas, sin complicaciones. Queremos cónyuges e hijos sin conflictos, compañeros de trabajo que no sean molestos, aparatos y vehículos que nunca se descompongan. Cualquier alteración a nuestros planes lo vemos como si fuera un grave problema. Algo debe estar mal. ¡Algo debe cambiar! 

Pero, la ironía es, que sin tormentas o dificultades, ¡no necesitaríamos la paz.! 

Las tormentas y los sufrimientos tienen un gran potencial para quebrantarnos, descontrolarnos, alejarnos de nuestros propósitos, o por lo menos, distorsionar nuestro enfoque. Nuestro implacable enemigo nunca pierde la oportunidad de traer sus mentiras y acusaciones para robar nuestra paz, matar nuestra confianza y principalmente, destruir nuestra fe. 

Las tormentas también nos dan la oportunidad de edificarnos. Es en la tormenta donde practicamos nuestra fe y confianza en Dios y nuestro amor por los demás. Asombrosamente, no se necesita fe para creer y estar de acuerdo con las acusaciones del enemigo: Esto es muy difícil. No importará lo que escojas. ¡Piensa en ti mismo! No vale la pena luchar. Rechazar la preocupación y la aflicción requiere tomar determinadas acciones de fe y de confianza en lo que Dios dice y en lo que puede hacer. ¡Elijo creerte a Ti! Te estoy esperando. Sé que me estás viendo y que de alguna manera, estás haciendo todo esto para mi bien.

¿Qué pasaría si en vez de evadir las tormentas de la vida, saldríamos a su encuentro? ¿Qué tal si nos abrimos paso entre nuestros miedos y renunciamos a nuestro control? ¿Qué tal si vemos estas dificultades como oportunidades de crecimiento espiritual y de ensanchar nuestro corazón? ¿Qué tal si nuestra disposición de enfrentar la adversidad enseña a nuestros niños y a los que nos rodean, cosas que nunca aprenderían?

Durante un verano, 21 miembros de nuestra familia entre 5 a 65 años. nos dispusimos a escalar el monte Uncompahgre, a 14.308 pies de altura en Colorado. Por partes el ascenso era difícil y nos tomó extenuantes horas. A ratos deseábamos retornar dudando de estar haciendo lo debido. La cima parecía alejarse. Se hacía difícil respirar. Hubieron muchas lágrimas y quejas.¡Es muy difícil! ¿Y si caemos? ¿Vamos a morir? Nos alentábamos repitiendo: ¡Puedo hacerlo, puedo lograrlo! ¡Finalmente logramos poner el pie sobre esa hermosa, ancha expansión en la cual uno se sentía en la cima del mundo! ¡Euforia, alivio, gozo, paz! ¡Lo logramos! Nuestros hijos y aún nuestros nietos llevaron a cabo una de las cosas más difíciles de hacer. Cambiamos para siempre debido a las dificultades que tuvimos que soportar, esa transformación se quedó en nosotros hasta el día de hoy.

Prepara tu corazón a enfrentar tormentas y dificultades para que no te sorprendan desprotegido. Su paz y Su presencia te equipan plenamente con fortaleza y valor para cruzar a la otra orilla. Si voluntariamente enfrentas situaciones difíciles aceptándolas como oportunidades para crecer, ganarás confianza y fuerza interior de Su invisible presencia. Tus habilidades aumentarán más de lo que creías posible. Y, lo que es más importante, podrás decir a los que están detrás tuyo que ellos saldrán con éxito de sus tormentas, no por sí mismos, sino con paz en su corazón.

Toda tormenta que enfrentamos tiene el potencial de destruirnos pero la paz promete guardar nuestro corazón y nuestra mente. Cuando la enfrentamos valientemente, mano a mano con Él, solamente perderemos las cosas que necesitan morir: pecado, orgullo, negatividad, criticismo, egoísmo, resentimiento. Cosas que nos tienen en cautiverio y evitan que seamos lo que Dios nos llama a ser. Cosas que deben morir para estar plenamente vivos en Él. 

Imagino que nuestra confianza en Jesús pone una sonrisa en Su rostro mientras nos guía hacia la libertad de la otra orilla. Cuando nuestros ojos se mantienen puestos en Él durante la tormenta más densa y oscura, tendremos paz, porque la paz es una Persona.