La paz es una personaMuestra
Confiar trae paz
Después de un largo día de ministrar y derramar Su vida por otros, Jesús dijo a sus discípulos: “crucemos al otro lado del lago”. (Marcos 4, Mateo 8) No les mencionó acerca de una repentina y violenta tormenta que venía. ¿Lo sabía Él? Quizá sí, quizá no. Jesús se dispuso a descansar sabiendo qué hacer durante una tormenta. Exhausto, se durmió.
De pronto, “se desató una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal”. (NVI) Los discípulos estaban empapados por las olas y la torrencial lluvia. Aterrorizado, Pedro corrió hacia Jesús y le despertó: “¡Maestro! ¿No te importa que vayamos a morir?”.
Jesús calma la tempestad con Sus palabras y Su presencia. “¡Silencio! Cálmate!” Él la reprende en su propio idioma —Paz—, el violento viento se aplaca y el rugiente mar está en perfecta calma.
En medio de nuestras circunstancias abrumadoras, solemos hacer las mismas preguntas egoístas que los discípulos: ¿No te interesa? ¿No ves mis miedos y necesidades? ¿Dónde estás, Dios? ¡Estoy a punto de morir! ¿Por qué no cambias mi situación? ¿Estás dormido?
Jesús nos hace las mismas preguntas que hizo a Sus discípulos después de calmar la tormenta. “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?” Esta es la pregunta principal: Por qué tengo tanto miedo? ¿Dónde está mi confianza? ¿Ha cambiado debido a mis ideas equivocadas?
En gran parte, sí. La mayoría de nuestras tormentas las pelearemos en nuestras mentes.
Nuestra paz y las reacciones irán en la dirección que la mente nos guíe. Nuestro enemigo aprovecha todas las oportunidades para robar nuestra confianza y sonríe siniestramente cuando nuestros pensamientos nos llevan al peor escenario imaginable. Él nos encuentra en las preguntas: ¿por qué, si es que, si solamente, debería? Su deseo es que estemos de acuerdo con sus interminables mentiras. ¡Dios no te ve. No le importas. Te abandonó en tu mayor necesidad. Lo mereces por haber tomado esa decisión. ¡Eres una causa perdida! Si estamos de acuerdo con él, él gana.
Jesús nunca sale al encuentro de nuestras tormentas con acusaciones. En amor y mansedumbre, nos hace una simple pregunta: “¿No has aprendido a confiar aún?”
No es fácil confiar, implica riesgo. Confiar es mi disposición a ser vulnerable a tus acciones e intenciones. Cuarenta y seis años atrás, tome el riesgo de creer en un hombre e hice el voto de confiar en Él con todo mi corazón. Su fidelidad hacia mí en estos años, aún en los tiempos más difíciles, me hace sentir a salvo, segura y me da paz. No cuestiono sus intenciones. Confío en él porque le conozco.
Esto también es cierto acerca de Dios. Nuestra confianza en Dios, ese lugar de profunda paz interior, proviene de descansar en la verdad conocida acerca de Él. Mientras más conozcamos Su amor y Su inalterable carácter, más confiaremos en Él. La perfecta paz viene de fijar en Él nuestros pensamientos y creer que Sus intenciones son siempre buenas, porque Él es bueno.
Miedo y preocupación nunca deben ser invitados; llegan cuando las cosas son difíciles. La paz llega al invitar con valor a que Jesús entre en nuestras tormentas, relaciones difíciles, y circunstancias abrumadoras. La paz no es la ausencia de dificultades, es presenciade una fiel Persona que nos ve, nos cuida y nunca nos abandonará. Él dice a nuestros miedos, a nuestros por qué, a nuestros qué pasaría: “¡Silencio! ¡Cálmate!”
Cuando paz y seguridad sean escasas y débiles, ¿podría ser que que tu confianza esté en otro en vez de la persona de Jesucristo quien esPaz? Él nos está diciendo a todos: ¿“No has aprendido a confiar aún?".
Acerca de este Plan
¿Estás en busca de una vida pacífica protegida del caos del mundo? ¿Deseas una vida donde todo sea fácil, sin interrupciones ni disputas? Todos lo hacemos, pero esta idea está fuera de la realidad. En este Plan de 5 días, descubre que la paz no es la ausencia de problemas o dificultades. La paz es la presencia de Jesús. La paz es una persona.
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