Aprendiendo a manejar las ofensasMuestra
En el plano interpersonal, la ofensa ocurre cuando una persona le hace a otra algún desaire, descortesía, menosprecio o agravio, consciente o inconscientemente.
Las ofensas tienen el poder de hacer que nos estanquemos en nuestra vida espiritual. Pueden provocar que nos amarguemos, victimicemos, retraigamos, frustremos; nos volvamos personas escépticas, incrédulas, sarcásticas, desconfiadas y malhumoradas.
Lo cierto es que la forma como respondemos a las ofensas afecta nuestro clima emocional. Algunas personas responden a las ofensas guardándolas. La forma de guardarla es construyendo “muros de protección” para evitar ser nuevamente heridos. El problema con esta estrategia es que nos resuelve ni el conflicto interno ni el conflicto interpersonal. A la vez que degrada moral, espiritual y emocionalmente a la persona que se esconde detrás de esos muros.
Los muros son reforzados con una estructura mental rígida
Para apoyar su postura de ofendido, la persona desarrolla un marco cognitivo que refuerza, justifica y da argumentos para su retraimiento, victimización, desconfianza e indignación. De modo que la ofensa se alimenta de los propios pensamientos, justificaciones y argumentos del ofendido (resentido), quien tiende a adoptar un estilo de pensamiento rígido, inflexible e impenetrable a los datos que no coincidan con su valoración de la situación.
En tal estado la persona se puede volver hipersensible, y desarrollar la tendencia a ver, inclusive a imaginar, en las circunstancias, actitudes y gestos de la persona que ha producido la ofensa, la confirmación de la injusticia y maltrato de que, real o en forma percibida, fue objeto. En tal condición de “ofendido”, su mente se vuelve extremamente suspicaz y es capaz de asociar cualquier opinión, seña o expresión de la persona que la ofendió, como una confirmación para su postura.
Escrituras
Acerca de este Plan
La ofensa tiene el potencial de producir heridas, desilusiones, dolor y enojo en nuestras vidas, lo que puede hacer que levantemos muros dentro de los cuales meternos y aislarnos. Todo esto puede dar lugar a resentimientos. Las piedras con que se construyen esos muros, en muchos casos, son el malhumor, la indignación, la irascibilidad, la desconfianza, el pesimismo, el retraimiento, la victimización.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/