Una Vida ResistenteMuestra

Construyendo sobre la roca

Puede que conozcas la historia de los tres cerditos, en la que cada uno construyó una casa de un material distinto: paja, madera y ladrillo. El lobo, que los perseguía para comérselos, logró derribar las dos primeras, obligando a los cerditos a huir a la que estaba construida con ladrillos. Al llegar a esa, el lobo sopló y sopló con más fuerza que antes, pero los ladrillos no se movieron ni un sólo milímetro. Los cerditos se sentaron a celebrar la resistencia de la casa, con la alegría de estar a salvo. 

Esta simple historia tiene mucho que enseñarnos sobre lo que implica tener una vida resistente. Mateo 7 nos cuenta una historia similar, la de un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca, y un hombre necio que la construyó sobre la arena. Jesús nos dice que aquellas personas que ponen en práctica lo que han escuchado de él son las que construyen sobre la roca firme. 

Puede que la lluvia caiga o la economía explote, que situaciones quieran robar nuestra fe y agotarnos las energías para que no podamos seguir adelante. Pero el deseo del corazón de Dios para nosotros es que vivamos una vida resistente, firme, constante, estable en las cosas de Dios. Su deseo es que permanezcamos fieles y sigamos adelante a pesar de las adversidades y tentaciones que puedan presentarse en el camino.

¿Sobre qué estás construyendo tu vida? ¿Sobre tus dones y talentos? ¿Sobre tus propios recursos?

Jesús nos enseña que una vida firme se logra aplicando lo que él nos enseña. ¿De qué sirve saber algo si no lo ponemos en práctica? 

Nuestra fe se vuelve visible fuera de la iglesia: en nuestra escuela, trabajo, nuestro matrimonio; porque es ahí donde tenemos la oportunidad de soltar el poder de la palabra de Dios al aplicarla. 

Tal vez sientes que has construido tu vida sobre la arena. Muchos dicen que vivir es como construir un edificio, que, si empiezas mal, acabarás de la misma manera. Pero la ventaja de nuestra fe es que en Dios siempre podemos volver a comenzar. Esa es la belleza de la gracia de Dios: a pesar de que hayas cometido un error, siempre puedes volver a construir. 

¡Nunca es demasiado tarde para empezar a edificar sobre la roca inamovible! Si Dios mismo no se rindió, al darnos más oportunidades, ¿por qué habríamos de hacerlo nosotros? 

Su misericordia es nueva cada mañana y nunca es tarde para comenzar a construir. Pero ¿sobre qué cimientos lo harás esta vez?