Paz AbrumadoraMuestra

Te hablo de frenar, de confiar, de tener dominio sobre tus emociones, pero, ¿por dónde comenzar? Muchas veces, la fuente de nuestra ansiedad no es tan obvia ante nuestros propios ojos y necesitamos examinarnos. En diversos pasajes de la Biblia, podemos aprender como Dios examina, prueba y conoce el corazón de cada persona. Lo que no es tan obvio y fácil de discernir, Dios ya lo sabe y se lo puedes pedir. 

No hay nada que no le podamos pedir a Dios, no hay restricciones al momento de clamar y orar. Dios quiere ser tu todo en todo. Quiere ser tu Dios, tu Padre, tu amigo, tu consejero, tu confidente, tu sanador, ¡absolutamente todo! Entonces entrégale tu ansiedad y pídele que te revele la fuente de ella. En oración entrega tu ansiedad y preocupación a Dios, pero tienes que hacerlo con fe como dice Santiago 1:6: “Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro.”

Para lograr tener fe, entregarle todo a Dios, buscarlo, encontrarlo y confiar, también es esencial leer y conocer la Palabra de Dios. Recordemos que la ansiedad y el temor no provienen de Dios, y si éstos están tomando control de nuestras vidas de alguna manera, quiere decir que hay alguna área que aún no ha sido rendida ante Dios. 2 Timoteo 3:16 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (RVC).

La única manera de salir victoriosos de la ansiedad, es buscando y conociendo a Dios. Hay poder en su palabra y en su presencia. Mientras más  grande sea tu batalla, más grande es la inmensidad de tu necesidad de correr a Dios. Sumérgete en las Escrituras y conoce más del Dios en el que crees. A final de cuentas eso te ayudará a pararte firme ante la tempestad porque sabes quién está delante de ti. Sabes quien pelea tus batallas y entiendes cuán amado eres. Dios está contigo.