Tocando fondoMuestra

Los expertos afirman que la mayor profundidad del océano se encuentra en la Isla de Guam, 11.000 metros. Para que te hagas una idea de la profundidad, supera, por más de 2 mil metros, la altura del Monte Everest. Científicos dicen que hay un momento donde la luz ya no llega; la luz, en ese lugar, y para los animales que en él habitan, es una completa desconocida.

Quizás nunca visitemos un lugar así, pero a lo mejor, ahora mismo, estas tocando fondo en tu vida emocional o espiritual. Has llegado a ese punto en que no ves luz y llegas a sentir la soledad de la oscuridad porque no hay nadie que entienda tu dolor, tu ansiedad o tu crisis; por ende, te sientes solo.

El silencio, de pronto, se vuelve abrumador. ¿Tu oración? Como si fuera una oración hueca y sin sentido. Los días se vuelven más pesados y las noches infinitas.

¿Cómo lo sé? Yo también estuve ahí y, ¿sabes quién más? Tú lo has de conocer, se llama David. ¿Creías que los personajes de la Biblia no tocaban fondo en sus vidas? Deberías ver a este y a todos los que figuran en la Biblia. Pero, para este en particular, de pronto, la comodidad de su cama y el resplandor de la noche se convirtieron en su peor enemigo. Yo quiero pensar que así fue, porque, cuando tú no tienes paz, las noches se convierten en un martirio.

En una versión de la Biblia, un versículo dice “Devuélveme la felicidad”: fíjate en esta poesía descarnada, pero presta atención que en el siguiente capítulo hace una estupenda afirmación: “En tu misericordia confío”. ¿Qué es misericordia? Es la luz que traspasa toda oscuridad, toda soledad.

Así como David, tú y yo conocemos la misericordia y también la gracia (lo que recibimos inmerecidamente), esa luz que, si fuera por nosotros, nunca hubiéramos recibido; mas la recibimos por su gracia.

Y, esa misma luz, puede, hoy, inundar tu soledad si tan solo le permites entrar y dejar todo bajo su control.