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¿Cómo está unida la Iglesia?

La Iglesia está unida por el Espíritu Santo en un solo cuerpo bajo una sola cabeza, Jesucristo, teniendo paz con Dios y entre sí.

Cualquiera que haya hecho un proyecto en grupo, o que haya estado en un equipo, sabe lo difícil que puede ser mantenerse unido por un objetivo común. Puede ser difícil poner a los demás en primer lugar, servirles, rechazar su egoísmo y su deseo de crédito, e incluso creer lo mejor de cada uno.

Pero eso es exactamente lo que se supone que la Iglesia debe ser y hacer. Aunque la Iglesia es increíblemente diversa y venimos de tantos países, etnias y orígenes diferentes, estamos llamados por Dios a ser uno. Debemos estar unidos en el amor, el servicio y la humildad, centrados en la misión de Dios en el mundo. 

Suena increíble, pero ¿cómo vamos a conseguirlo? Sabemos lo difícil que puede ser mantener unidas a dos o tres personas, ¿cómo podemos esperar mantener unidas a millones? 

Cuando Jesús nos dio el Espíritu Santo, prometió que el Espíritu nos uniría. Y aunque sea difícil de creer cuando vemos tanta ruptura y desunión en el mundo, podemos confiar en Jesús y depender del Espíritu Santo que envió. Nuestra unidad debe mostrar al mundo el poder de Dios.

Recuerda, el Espíritu Santo no es solo un sentimiento cálido en nuestros corazones. El Espíritu Santo es Dios mismo, la tercera persona de la Trinidad. Así que, si Jesús envió al Espíritu de Dios para morar en nuestros corazones, y si Jesús prometió que el Espíritu nos mantendrá unidos, podemos confiar en él.

Pero también hay pasos que podemos dar como pueblo de Dios. Podemos rezar por la unidad. Podemos optar por dejar de lado nuestros propios intereses egoístas y servirnos unos a otros. Y, en particular, podemos comprometernos a vivir fielmente como parte de una iglesia local.

Ora por la unidad de la Iglesia en su conjunto, por tu iglesia local y por la unidad entre tus amigos cristianos. Pide a Dios que la Iglesia sea una. Pídele que te revele cómo puedes hacer avanzar Su unidad sobrenatural en el mundo para que los que te rodean se sientan intrigados por el amor radical y el poder del Dios al que sirves.