Soy un alentadorMuestra

Viento para tus velas

¿Alguna vez te encontraste varado en un océano de desánimo sin viento para tus velas? Si es así, no eres diferente a dos de los héroes más grandes de la Biblia. En la versión The Message del Salmo 51:12, el Rey David le pide a Dios que ponga un viento fresco en sus velas. Del mismo modo, la avalancha casi interminable de groserías, desilusiones, vergüenzas y agotamiento nos hace entender a lo que se refieren las batallas externas y temores internos, de las que habla Pablo en 2 Corintios 7:5. Así como nos identificamos con su desánimo, también podemos identificarnos con su aliento. Servimos al mismo Dios que continúa acercándose para levantarnos.

Alentar no es solo algo que Dios hace; es quien Él es. Cuando animamos a otros, participamos de la naturaleza misma de Dios. ¡Es una de las cosas más espirituales que podemos hacer! El Hijo de Dios, Jesús, dio toda Su vida sólo para levantarnos. Entonces, Jesús mismo llamó al Espíritu Santo nuestro Paracleto, que significa Consolador, Abogado, Animador. Como Dios y Jesús, el Espíritu Santo no sólo nos anima, sino que Él es el ánimo. Cuando nuestras palabras animan a otros, nuestras palabras están llenas del Espíritu Santo. Cuando nuestras acciones animan a otros, actuamos como Jesús. Cuando nuestro dar anima a alguien, estamos dando como Dios da.

Durante los próximos cuatro días, descubriremos cómo alentar a los demás a diario, cómo animar a los demás espiritualmente y cómo animarnos a nosotros mismos. Aprenderemos que alentar va más allá de ser amable y de halagar a los demás. Descubriremos que el verdadero aliento ayuda a otros a avanzar al llenar sus corazones con el valor y la esperanza de Dios. Cuando animamos a otros, les damos regalos del cielo. ¡Esto sí sería viento para las velas de tu barco!

Intenta esto: Anima a un amigo invitándolo a completar este Plan Bíblico contigo.