El discipulado es un compromiso radical (parte II)Muestra
No es por obligación, sino por deleite
Jesús presenta una buena y bella noticia de salvación, un Reino de vida plena que es como un banquete nupcial, una perla preciosa, un tesoro escondido. Eso es lo realmente decisivo. Dejarlo todo, la radicalidad de la renuncia, la exigencia de la conversión, solo pueden entenderse en función de participar en el banquete, adquirir la perla o el tesoro, entrar en el Reino de vida.
Es más, todas las exigencias de renuncia, más que condiciones previas para entrar en la dinámica del Reino de Dios, son virtualidades nuevas, que brotan de dicho reino, previamente ofrecido de forma gratuita. Por eso, si precede la contemplación gozosa de la oferta a la radicalidad de la exigencia y se acepta la gracia del Evangelio del Reino, se experimenta lo dicho por Jesús acerca de la suavidad del yugo y la ligereza de la carga.
Quien obedece plenamente el precepto de Jesús, quien acepta sin protestas su yugo, ve aligerarse la carga que ha de llevar, encuentra en la dulce presión de este yugo la fuerza que le ayuda a marchar, sin fatiga, por el buen camino. El precepto de Jesús es duro, inhumanamente duro, para quien se resiste a Él por falta de entendimiento. Pero es suave y ligero, para quien se somete voluntariamente porque ya entendió. El precepto de Jesús no tiene nada que ver con una curación del alma por medio de impactos cruciales. Jesús no exige nada de nosotros sin darnos la fuerza para cumplirlo. El precepto de Jesús nunca quiere destruir la vida, sino conservarla, robustecerla, sanarla.
La radicalidad, no es rigorismo religioso
Habría incluso que decir que la verdadera radicalidad evangélica se opone al rigorismo. Si la iglesia fuese «más radical» evangélicamente tal vez no necesitaría ser tan «rigurosa legalmente». El rigorismo procede más bien del miedo, mientras que la radicalidad nace de la libertad del llamado de Cristo. El rigorismo es la actitud propia de las instituciones, que buscan delimitar su propia identidad frente a los «otros» con normas rígidas o leyes esclavizantes, lo cual lleva consigo también al control riguroso de sus propios miembros, que brota del miedo a la libertad y de la voluntad de poder.
El deleite viene del entendimiento de conocer a Cristo. El deleite descarta toda obligación, porque prefiere la vida transformada por el amor pleno, profundo y abundante de Cristo; no duda de su decisión, puesto que es la expresión real de tanto amor impartido.
Escrituras
Acerca de este Plan
Al admitir que seguir a Jesús, con su radicalidad y universalidad, como fórmula del Reino, ¿no convertimos la vivencia de Cristo en algo exclusivo para minorías heroicas? ¿No vinculamos la fe en Cristo a un altruismo ético, inalcanzable para la mayor parte de los seres humanos? Empezando la segunda parte de este tema, cabe preguntar: ¿Cómo entender positivamente seguir a Jesús, con toda su radicalidad, y cómo evitar una distorsión?
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Nos gustaría agradecer a American Bible Society / El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.americanbible.org