¿Tenemos opción?

En realidad los creyentes solo tenemos dos opciones cuando estamos en medio de pruebas y aflicciones:

1. Volvernos más dependientes y odebientes a Dios. O,

2. Agobiarnos más y alejarnos de Dios.

Una de las épocas más difíciles de mi vida fue después de que a mi esposa le diagnosticaron cáncer. Estuvo saliendo y entrando en hospitales durante años, muchas veces durante meses. Mientras luchaba por lograr ser un buen padre para mi hijo de 2 años y cuidaba de mi esposa enferma, recuerdo que le pregunté a Dios: “¿Qué más puede salir mal?“

Una mañana, estando junto a mi esposa en el hospital, recibí la llamada de mi madre diciéndome que esa mañana temprano, mi padre había muerto de un ataque al corazón. Ahí estaba mi respuesta. 

Mirando atrás, es fácil ver como Dios me estaba preparando para Su buena obra. Las cargas que llevaba me estaban haciendo más fuerte, me hacían apreciar lo que tenía, y principalmente me acercaban más al Señor. Sin embargo, es mucho más difícil entender todo esto en medio de la tormenta. 

Estas pruebas pudieron haberme tentado a abandonar mi fe. Continuamente escuchamos estos comentarios: “¿Por qué Dios permite que le pasen cosas malas a gente buena?“ O, “¿por qué Dios me hace esto a mí?“. Pero la respuesta del Señor fue clara: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo“ (Juan 16:33).

Anímense porque Jesús ya venció. ¡Y pueden tener paz en Él! Qué asombrosa promesa. No vamos a encontrar paz duradera, felicidad, gozo, ni una buena vida aquí en la tierra. Pero encontraremos todas esas cosas y aún más a través de la fe en Cristo Jesús, quien las promete por la eternidad. Él será nuestro protector y nuestro refugio cuando vengan tiempos difíciles. Cuidará de sus hijos para que nada nos separe de Él.

"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el Señor–,planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza". (Jeremías 29:11). El yugo del Señor es liviano, y nunca nos va a dar más de lo que podemos cargar. Cuando enfrentemos temporadas de pruebas y aflicción recordemos siempre tomar la primera y mejor decisión, volvernos al Señor para ser sanados.

Señor, ayúdame a recordar todas las magníficas promesas que me has hecho como hijo tuyo. Permite que las pruebas y aflicciones me acerquen más a Ti, fortaleciendo siempre mi fe y mi obediencia hacía Ti en todas las épocas de mi vida. Amén.

Esta devoción fue provista por Wes Dean de Compassion International, Senior Network. Administrador y abogado de menores.