[Serie 1 Juan] ¡Estuve allí!Muestra

¿Era Jesús solo un espíritu? 

Cuando Juan escribió su primera carta, una de sus principales metas era contrarrestar los efectos de una falsa enseñanza conocida como “gnosticismo”. El gnosticismo era el pensamiento de que necesitabas tener un conocimiento especial para conectarte con las cosas espirituales. “Gnóstico” en realidad significa “conocimiento”, un conocimiento especial. El gnosticismo tenía este precepto principal: las cosas físicas son malas, las cosas espirituales son buenas. Por lo tanto, si todo lo físico es malo y todo lo espiritual es bueno, entonces Jesucristo no debe haber sido un verdadero hombre caminando sobre la faz de la tierra.

Pero Jesús tuvo un cuerpo. Él era real. Podías tocarlo y sentirlo. Entonces dijeron, «No. Él no puede ser el Cristo si era un hombre físico. No creemos eso». Para ellos, Jesús tenía que ser un espíritu, pero tenemos que ser claros al respecto. La muerte física de Jesús, la vida física de Jesús, la resurrección física de Jesús es esencial para nuestra fe. El aspecto central del cristianismo no es solamente enseñar los principios de Jesús. Es que Jesucristo fue un hombre real que caminó en el planeta Tierra, quien vivió una vida que nosotros no podríamos vivir, quien murió por nuestros pecados y regresó a la vida nuevamente.

Dice en Hebreos que él fue tentado en todas las cosas, pero que fue sin pecado, de tal manera que pudo pagar por nuestros pecados. Él realmente fue a la cruz. Clavos reales entraron en sus muñecas y pies. La corona de espinas realmente lo lastimó y sangró. La lanza entró en su costado. Él murió en realidad. Él realmente resucitó de la tumba. Por eso le dijo a Tomás, «Pon tu dedo en mis manos. Pon tu mano en mi costado».

¿Por qué la vida física de Jesús es tan determinante en el cristianismo? Porque tú eres una persona real también. Vas a caminar en esta vida y morirás algún día. Tú y yo, necesitábamos un Salvador físico que viviera la vida que nosotros no podíamos vivir, morir una muerte que debíamos haber tenido, para que pudiéramos saber que resucitaríamos y pasaríamos la eternidad en el cielo con Dios. Así que Juan, desde el inicio mismo de esta carta, dice: «Yo lo vi. Yo lo escuché. Yo lo toqué. No me digas que no estaba vivo. Estuve allí».

Todos nosotros necesitamos un encuentro real con Jesús. Él es real. Él no es un fantasma volando alrededor de cualquier parte. Hoy puede ser el día que le pidas que entre en tu vida.