Cuando Dios reescribe tu historia de Jaci VelasquezMuestra

Eso para lo que era bueno y ese rol en el que se sentía cómodo. Ese título que le gustaba tener delante de su nombre y la expectativa que tenía de que ese rol continuaría hacia adelante, una definición de quién usted era. Pero entonces, las cosas cambian. 

A veces es porque un conyugue decide salir por la puerta. O el jefe le muestra a usted la puerta. O sus padres ancianos la necesitan y usted deja de lado ese trabajo que ama para estar allí y ayudarlos.

O a veces usted ha estado tratando de reclamar un rol. Usted ha trabajado. Ha soñado en grande. Hizo las conexiones correctas, llegó temprano, permaneció hasta tarde. Pero ese rol no parece que está rodando hacia usted. Y ahora tiene que enfrentar el hecho de que, tal vez, ese rol no era para usted. ¿Y ahora qué? 

Nuestros roles no son estáticos, a pesar de que, con frecuencia, pensamos de ellos de esa manera. Pasamos de las casas de nuestros padres a nuestros primeros apartamentos. Pasamos de ese puesto interino en el trabajo a administrar. Pasamos de ser solteras a ser la novia de alguien, a ser la prometida de alguien, a ser la esposa de alguien. Pasamos de ser la tía favorita de alguien a ser la mamá de alguien. Cuando estos roles graduales o esperados cambian en la manera esperada, realmente no sentimos el aguijón de su transición.

No obstante, cuando nuestros roles se invierten, cuando el manuscrito se voltea, cuando se nos requieren cosas de nosotros que no nos esperábamos y nos sentimos fuera de lo que pensamos es la descripción de nuestro trabajo, puede parecer injusto.

Es el querer que las cosas sean justas, que las cosas sean predecibles lo que me hace tropezar cuando se trata de estar abierta al rol que Dios tiene para mí… Pero, estoy aprendiendo. Estoy aprendiendo a sonreír con el rodar de los roles.