Libre de pornografia con John BevereMuestra

Rompe el poder de la vergüenza

Hoy quiero abordar una de las prácticas más insidiosas del enemigo: la vergüenza. El enemigo habla por ambos lados de su boca. Te tienta a ir por un camino oscuro, prometiéndote que traerá satisfacción, alegría y placer. Entonces, una vez que cedes a la tentación, te golpea por encima y te condena. Si escuchas la voz del enemigo, causará todo tipo de estragos en tu vida.

Es normal para un creyente sentir remordimiento y tristeza por haber entristecido el corazón de Dios, lastimar a otros, y haberse conformado con lo mejor de Dios cuando pecan. Llama tus acciones como lo que son—vergonzosas, pecaminosas, equivocadas. Y luego arrepiéntete— deja de hacer esas cosas que entristecen el corazón de Dios. Pero no escuches la voz de condena de la vergüenza. Deja que Dios te defina, no tu lucha.

Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, declaró audazmente: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1 RVR1960).

Si estás en Cristo, es importante que te des cuenta que Él no te condena. No hay nada que puedas hacer para que Él te ame menos. Él está para ti, no en contra de ti. Él es tu abogado.

Es por eso que el escritor de Hebreos nos da este estímulo: “Así que acerquémonos al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:16 NVI).

Si te caes, no dejes que la vergüenza te deprima. Levántate y corre a los brazos de tu padre celestial. En Su abrazo, encontrarás que estás lavado, limpio y santo. Esta sorprendente revelación no te llevará de regreso al pecado; más bien, te impulsará hacia la justicia.

Recuerda, es la bondad de Dios que nos guía al arrepentimiento. Deja que Su amor lave tu corazón, vive maravillado de todo lo que Él ha hecho por ti y te ha dado en Cristo, y entra en la libertad que Él compró para ti. 

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