Lecciones de mi jardínMuestra
Preparación
El largo inverno está terminando y el sol aparece aunque no es lo común, calentando mis huesos fríos. Estoy impaciente por salir a mi jardín. Ensuciar mis uñas con tierra y estar en comunión con Dios. La naturaleza me llama profundamente. Si te gusta trabajar en el jardín, me comprendes. Si no te gusta trabajar en el jardín, sígueme la corriente. Espero que, aún así, puedas encontrar principios para poner en práctica en tu vida.
La primera regla de la jardinería es preparar la tierra. Es necesario labrar la tierra, quitar la maleza, formar filas o cuadros rectos, y fortificar el suelo antes de poder pensar en plantar las semillas.
La preparación es la parte más agotadora de la jardinería.
Arar afloja la capa superior de la tierra. Las líneas de un arado cortan profundamente, permitiendo que el agua penetre hasta las raíces de las plantas. Labrar la tierra expone piedras y ramas, revela raíces antiguas y muertas o larvas de insectos que pasaron allí el invierno y necesitan ser removidas.
De la misma manera, "labrar" nuestro corazón puede suavizar partes duras y oscuras que están dentro, revelando pecado o malos hábitos que necesitan ser expuestos y quitados. Mientras que puedes romper la capa dura que se formó en la tierra con tus manos o puedes usar una máquina motorizada, el mismo proceso en el alma conlleva más esfuerzo, y ciertamente causará más que ampollas en las manos.
Al igual que los dientes de un arado penetran profundamente la tierra del jardín, la espada penetrante de doble filo de la Palabra de Dios penetra profundamente en nuestro corazón, revelando orgullo y egocentrismo. Se requiere voluntad y vulnerabiliad para estar quieto ante Dios, permitiendo que Su Espíritu nos hable corrección y orden. Se requiere humildad para admitir que debemos cambiar o ajustarnos, y reconocer que algunas cosas necesitan ser rendidas o removidas. Arar nuestra alma también significa estar dispuestos a vernos a nosotros mismos como Él nos ve, a estar de acuerdo con Su perspectiva de nosotros y a creer en Su gran amor por nosotros.
Muchas veces, las circunstancias duras de la vida se convierten en la "herramienta" que rompe la dureza de nuestros corazones. Algo inesperado sucede—la pérdida de un trabajo, una enfermedad, una relación rota—y nos sentimos devastados. Pero Dios no desperdicia nada. Si se lo permitimos, Él usará nuestras experiencias difícies para engrandecer nuestros corazones, para desarrollar nuestro carácter y hacer nuestra fe más fuerte. Él nos está refinando y preparando para cosas mejores por venir.
Un corazón labrado y preparado es uno que ha permitido que la luz de Dios exponga y revele todo lo que estaba escondido, dando oportunidad para traerlo delante de Dios en confesión y arrepentimiento. Con un corazón abierto, tierno que puede vivir en completa libertad sin vergüenza o remordimiento, sabiendo que Él está trabajando aún a través de nuestros pensamientos y hábitos más contrarios. Él nos da el poder que sobrepasa nuestras fuerzas por mucho, preparándonos y habilitándonos para llevar mucho fruto para Su reino.
¿Estás dispuesto a permitir que Su Palabra prepare tu corazón para Su presencia? Él está esperando que se lo permitas.
Acerca de este Plan
Las plantas y las vides, el agua y la tierra -tantas analogías usadas en la Palabra de Dios rodean la jardinería y las prácticas agrícolas, presentando paralelos para nuestra vida y nuestro corazón. Acompaña a Robin mientras comparte algunos de sus pensamientos a partir de la combinación de dos de sus mayores pasiones: la jardinería y la Biblia.
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