Seguridad: Tratando Con Lo Bueno Y Con Lo MaloMuestra

Jesús se aparece a sus discípulos

Entonces, justo mientras contaban la historia, de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos. La paz sea con ustedes, les dijo. Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma! ¿Por qué están asustados? —les preguntó—. ¿Por qué tienen el corazón lleno de dudas? Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo. 

Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro. Entonces les preguntó: ¿Tienen aquí algo para comer? Le dieron un pedazo de pescado asado y él lo comió mientras ellos miraban. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor! Una vez más les dijo: La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.

La reacción de los discípulos cuando Jesús se les apareció nos muestra claramente que ellos no esperaban que hubiera resucitado. De hecho, ¡pensaban que era un fantasma! ¿Te imaginas el susto que tuvieron? ¡Pero no era un fantasma! ¡Era Jesús que había resucitado! Era su maestro. Inclusive comió pescado asado con ellos, era lo que solían comer juntos. Pudieron tocarlo y comprobar que sí estaba vivo. ¡Qué emocionante! Ahora era necesario darles instrucciones, de lo que ellos debían hacer en adelante. 

Instrucciones importantes y una promesa

Entonces los once discípulos salieron hacia Galilea y se dirigieron al monte que Jesús les había indicado. Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.

¡Guau! Jesús dejó instrucciones claras, hacer discípulos. Esa delegación fue dada a sus discípulos, a sus seguidores que estuvieron con él durante sus tres años de ministerio en la tierra. Pero también es para todo el que cree en él. Puedes pensar que eres muy pequeño para discipular a otros, pero en realidad no es así. 

Las buenas noticias son estas: sin importar la edad, tú puedes compartir a tus hermanos, a tus amigos del barrio o a tus compañeros en la escuela sobre Jesús. Puedes leer con ellos este devocional y juntos ir aprendiendo cada día más. Ten calma, Jesús está contigo todos los días, es su promesa.